Cuando una negociación de paz se realiza en medio del conflicto, los golpes militares se convierten en mecanismo para destrabar las negociaciones. Esta fue una táctica ampliamente utilizada por el FMLN durante las negociaciones en El Salvador. También recurrieron a ella las FARC y el gobierno de Pastrana durante las negociaciones del Caguán. La lógica de la guerra lleva a que, cuando ninguna de las partes cede ante un punto en particular de la agenda, solucionar el impasse en el terreno miliar se convierta en una opción viable.
Por esta razón se reinicia la confrontación armada entre el gobierno de Santos y las FARC. Santos, en su intento por acercar a los críticos de derecha del proceso de paz como el senador Uribe y el procurador –que ya no hablan de acabar la mesa de La Habana sino de “salvedades” y “críticas”–, ejerce una tremenda presión política y militar sobre las FARC a propósito de los puntos que están siendo debatidos en la mesa de La Habana. Estamos hablando de espinosos temas tales como si los comandantes de las FARC deberán o no pagar pena de cárcel, la instalación y características de una Comisión de Verdad o el mecanismos de refrendación de los acuerdos logrados. Su lógica guerrerista lo lleva a pensar que si bombardea los campamentos de las FARC va a lograr ablandar sus posiciones al respecto en La Habana y está dispuesto a hacerlo sin medir el costo en vidas humanas que ello tenga. Es por ello que pasos en falso de las FARC, como el ataque en Buenos Aires, Cauca, le sirven a Santos en su intento por hacer girar más hacia la derecha las negociaciones en la Habana.
Esta situación deja en evidencia una terrible crisis humanitaria. La vida de miles de colombianos y colombianas pende de un hilo con el vaivén de las negociaciones de La Habana. Y no estamos hablando solo de soldados y guerrilleros; en el bombardeo en Guapi, Cauca, que tuvo como resultado la muerte de 26 guerrilleros, al menos 2.000 personas se vieron forzadas a abandonar sus hogares. El cese bilateral al fuego es la única garantía de que los impasses de la mesa se solucionen en la mesa misma y no con más guerra en Colombia.
Cuña: me duele la muerte de cualquier colombiano. Me duele la muerte de los 11 soldados, los 26 guerrilleros, pero también la de los niños de La Guajira que siguen muriendo de hambre y cuya suerte no depende de lo que negocian en La Habana. Urge construir un nuevo país en el que los derechos sean realidad para todas y todos los colombianos.
@Oscar_M_Aponte