Los niños bogotanos reciben novecientas mil raciones de comida al día. Ni siquiera las fuerzas militares ejecutan una operación de esas dimensiones.
A las 3:00 a.m. las persianas metálicas de siete plantas, distribuidas estratégicamente en diferentes puntos de la capital, se levantan para hacer posible que miles de estudiantes de colegios distritales se alimenten bien.
En las bodegas, cientos de personas arman los refrigerios en bolsitas selladas, en donde se específica cada menú. Luego, empieza la distribución que llevará a las diferentes instituciones las raciones que le darán energía a los chicos para estudiar cada día.