¿Qué les depara a mis hijos si deciden hacer su vida en Colombia? Esa fue la reflexión que me llevó durante una reciente convalecencia a escribir la semana pasada Por qué irse de Colombia (I) inspirada también en las consultas que les hice a mis amigos que viven en Norteamérica y Europa, y quisieran volver; otros que ni por el chiras regresarían; otros que se fueron y volvieron, y muchísimos que aunque nunca lo habían pensado, quieren irse.
Pero, ¿qué hay afuera que no tenemos acá? Lo primero que hay que decir es que no todos los destinos son tan buenos; hay que saber escogerlos. Sin embargo, las personas consultadas resaltan puntos muy importantes:
- La seguridad.“No vivo asustada porque me van a atracar o se van a meter a mi casa. A mi se me quedó la puerta del garaje abierta de par en par por dos días y una noche, y nadie entro a robarse nada”.
- Estabilidad económica y social.
- “Me gusta el respeto y valor que le dan a mi profesión”.
- “Uno con cualquier trabajo, sea profesional o no, se gana una vida decente; tiene carro y casa porque los sueldos son buenos.Pero si te quedas sin trabajo, el Gobierno te paga una mensualidad. Hay muchísima plata para la gente de escasos recursos o para los inmigrantes que acaban de llegar al país”.
- La salud.“En Canadá uno no tiene temor de enfermarse si no tiene seguro, porque aquí todo el mundo tiene salud y educación gratis”.
- La corrupción es muy baja.“No hay tanto político ladrón. Me gusta que las ciudades son organizadas y las vías son espectaculares. El progreso es impactante. Los ciudadanos pagan impuestos altos por sus ingresos y propiedades, pero es increíble el buen uso del dinero recaudado”.
- “No hay guerrillas, ni paramilitares”.
- “Hay cultura y organización ciudadana”.
- “El tráfico es decente y respetuoso”.
- “El ambiente para los niños es el mejor”.
- “La educación es gratuita y buena”.
- “No hay mendicidad, ni vendedores ambulantes en todas partes”.
Además de toda esta maravilla, también hay que decir que por esos lares se sufre mucha soledad y que los ciudadanos no son tan sociables como acá. Mejor dicho, no da para pedirle al vecino el pocillo de arroz prestado, pero hay que armar sus círculos sociales para hacerse la vida más grata.
¿Qué nos hace quedar en Colombia o querer regresar si estamos fuera?
Sin duda lo que más les hace falta a nuestros nacionales en otros países, por muy avanzados que sean, son: los amigos, la familia, la comida sabrosa y el ambiente; la calidez. ¡Casi nada! Esto depende mucho de la edad. Entre más años se tengan, más sucede. He escuchado de casos de parejas que se fueron con sus hijos muy pequeños y el regreso con ellos —adolescentes o universitarios— ha sido un problemón, si es que se regresan. Eso sucede cuando se forman arraigos. El que los tiene se queda donde los tiene, y el que no termina regresando.
Para quienes sumamos unas cuantas décadas es un poco más difícil. Quienes se han ido jóvenes y siguen siéndolo, creen que hoy es mucho más fácil estar en contacto porque la tecnología ayuda; se puede estar en comunicación constante por medio de chats, Skype, etc. “Sé de personas que extrañan alimentos típicos, programas de televisión, música, fiestas, etc. Yo ya he vivido tantas veces por fuera, que entiendo tan claramente que estoy en otro lugar y sé que no puedo pretender tener un jugo de lulo o una arepa en Moscú, o salir de fiesta y pretender que el DJ ponga vallenato, porque el contexto es diferente. Creo que en Colombia vale la pena quedarse, porque contrario a lo que muchos piensan y pese a las dificultades políticas y económicas, hay espacio para que todos se desarrollen a nivel profesional”.
Pero eso no lo piensan todos. Hay emprendedores nuestros que han regresado al país a hacer empresa y han encontrado tantos obstáculos, que continúan el esfuerzo para estabilizar el negocio, venderlo e irse de nuevo al extranjero. “La corrupción, la inseguridad y las trabas en la mayoría de casos, no dejan. Volví porque quise ayudar a la construcción y al desarrollo del país, pero viéndolo objetivamente fue puro patriotismo”.
Por eso hay compatriotas que tienen perfectamente claro que no quieren venir más que de visita. El más radical de mis amigos dice que en su caso personal no echa de menos nada de Colombia, “porque cuando decidí que este país me gustaba y que mi familia podía crecer segura, en paz y feliz, entendí que tenía que reprogramar mi cerebro y adaptarme a un sistema completamente diferente de vida. Del país donde vivo me gusta el orden, la disciplina, que todo se hace con agenda y con la tranquilidad de saber que, como dice la canción de Willy Chirino, ‘lo que esta pa' ti nadie te lo quita’. Creo que todo esto suena duro y no faltará quién me llame ‘apátrida’ y quién sabe qué cosas más, pero qué le vamos a hacer”.
¿Duro no? Y eso que cuando hice esta encuesta no habían secuestrado al general Alzate ni se habían suspendido las negociaciones en La Habana. Realmente, son más los que están contentos de haberse ido, que los muchos que volvieron a Colombia porque donde estaban se presentó una crisis ¡y que no dudarían en regresar!
Para la mayoría, el romanticismo que nos caracteriza es la talanquera principal para no progresar. Preferimos quedarnos pagando casa, carro y beca toda la vida en lugar de sacudirnos esa emocionalidad y salir a progresar con todo y familia, en países donde la honestidad es superior a la “malicia indígena”.
¿Cuál es su caso? ¿Se va a quedar afuera, va a volver o se va del país más feliz del mundo?
¡Feliz resto de semana!
Fecha de publicación original: 19 noviembre de 2014