Es un anciano de 89 años pero sus fiestas en la mansión de Los Angeles siguen siendo las mejores. El champán, y las espectaculares mujeres desnudas acompañadas de las estrellas de Hollywood y del fútbol americano lo hacen un gran anfitrión preocupado por el disfrute de sus invitados. Los instala y desparece para refugiarse en su estudio a trabajar. Leonardo di Caprio o Collin Farrel se quedan con las conejitas en la fiesta. Ellas son efímeras no asi su equipo de colaboradores, muchos de ellos los acompañan desde el primer número de Palyboy en e1953 cuando la imagen de la monumental Marilyn Monroe desnuda sobre un terciopelo rojo, dinamitó las buenas costumbres de la sociedad norteamericana y barrió con todas las revistas: había nacido Playboy.
Las cuentas las tiene Hefner en la cabeza y no las olvida. A finales de la década del 70 se vendían seis millones de copias y cuaraenta años después a duras penas llegan al medio millón, una circulación que se vino en picada en la ultima década knoquiada por los portales porno de internet.
Pero Hefner no es un hombre de derrotas. La reputación se mantiene intacta con las fiestas, con su apariciones públicas rodeado de voluptuosas beldades a quien sus relaciones fugaces lo han vuelto el viejo verde más famoso del planeta. Tiene intacta la energía para emprender una nueva batalla. Ha entendido que ya sus lectores ya no se escandalizan ni los calienta un dsnudo. Hay demasiados en la web y en la televisión. Había llegado la hora de vestirlas.
Su consejo de redacción de sabios editores no le cree. Hefner finalmente habrá perdido la razón? En agosto pasado hace la prueba en el portal de Playboy. Sabio, para no arriesgar los millones de un impreso. Y le resulta: el portal pasó en un mes de 4 millones a 16 millones. Pero las conejitas vestidas no llegaron solas. Hefner volvió a sus orígenes con grandes piezas periodísticas, las memorables con la firma de grandes autores que fueron marchitándose con el paso de los años. La decisión está tomada: a partir del 2016 las conejitas, en su número impreso, estarán vestidas.
El inventor puede entonces darle rienda a su segunda gran pasión. Regresa al estudio donde se sienta con su team frente a una pared dorada cubierta por una pintura de Renoir. Oprime el botón. La proyección ha comenzado. Ante sus ojos tiene el reestreno de Queen Kelly, la pelicula del director austriaco Eric Von Stroheim rodada en 1919 que se creía perdida y que Hefner ha hecho que recobre vida. Igual que su revista que todos dieron por perdida y que renace ahora con mujeres de carne y hueso y no las de la imaginación morbosa de sus lectores.
