¿A qué se debió la histérica reacción de Gustavo Petro tras el hundimiento de la reforma laboral y el inminente fracaso de su reforma a la salud?
La salida de ropa del Presidente no fue ocasionada por su preocupación por las condiciones “esclavistas” que, según él, padecen los trabajadores colombianos, ni por el difícil acceso al sistema de salud de quienes viven en las zonas más apartadas del país, como quieren hacernos pensar los petristas.
Lo que tiene fúrico al Mandatario y a sus esbirros es que estas dos reformas son los caballos de troya que pretenden usar para consolidar su proyecto político. Mejor dicho, para cubanizar o venezolanizar a Colombia.
La reforma laboral, que en buena hora hundió la Comisión VII del Senado, es la única iniciativa de ese tipo en el mundo que no busca facilitar el acceso de más gente a un empleo y disminuir las tasas de desocupación, que en Colombia son de las más altas del planeta.
Así lo han reconocido los ministros de trabajo de este gobierno. Según ellos, esta reforma busca dignificar el trabajo de los privilegiados que hoy tienen empleo.
Es inaceptable que un gobierno pretenda sacar adelante una reforma laboral que no tenga como primer objetivo disminuir el desempleo histórico que padece el país.
Y más inaceptable aún es que con esta reforma ese fenómeno va a aumentar porque, según, ni más ni menos que el Banco de la República, de entrar en vigencia el proyecto gubernamental, se perderían 400.000 plazas de trabajo.
Cualquier gobierno sensato (este claramente no lo es) lo primero que propendería es lograr que más colombianos tengan acceso a un empleo. Y una vez logrado ese objetivo, se preocuparía por mejorar las condiciones laborales de los que ya tienen puesto.
La obsesión de Petro porque los trabajadores actuales sean más felices no tiene motivaciones sociales sino netamente políticas. Su sueño es que esos trabajadores privilegiados se sindicalicen, en gratitud a los favores recibidos. Y que la masa de trabajadores sindicalizados, que hoy solo constituye el 4% de la fuerza laboral, crezca de forma exponencial.
El objetivo último de Petro es tener muchos Fecodes, es decir, muchos sindicatos fuertes, en los sectores estratégicos de las Nación. Su sueño es, por ejemplo, que cuando convoque al pueblo a salir a la calle, los afiliados a esos sindicatos salgan, como borregos, a protestar, para que sus manifestaciones realmente metan miedo.
Petro está convencido de que teniendo varios Fecodes, afectos a su proyecto político en los sectores estratégicos, podrá controlar el país, pasando por encima del Congreso y la rama Judicial
Petro está convencido de que teniendo varios Fecodes, afectos a su proyecto político en los sectores estratégicos, podrá controlar el país, pasando por encima del Congreso y la rama Judicial. Eso es lo que busca construir Gustavo Petro: una dictadura con apariencia popular.
Tras la reforma a la salud está el mismo interés. Esa iniciativa busca sacar a los empresarios privados del sistema de salud para que los inmensos recursos de la salud los administre el Estado. Esa chequera le serviría mucho a Petro para sus propósitos totalitarios. También existe un claro objetivo político detrás del gran objetivo de la salud, fortalecer la atención primaria.
La idea es crear centenares de centros de atención básica, a lo largo y ancho del país, con la idea aparente de tratar las enfermedades a tiempo y evitar que los pacientes se compliquen y tengan que ir a los hospitales y clínicas.
El propósito real es que en cada uno de esos centros haya un grupo de médicos, obviamente afectos al régimen, (muchos de ellos cubanos) que además de atender a los pacientes, los adoctrinen.
¿Habrá un adoctrinamiento más efectivo que el que imparte un médico que le trata las enfermedades a una persona? Que mientras lo atiende le va hablando de las bondades del sistema e inoculando la idea de que la atención que recibe es gracias al generoso régimen que los gobierna.
No estoy exagerando ni me ha poseído la paranoia: ese modelo es copiado de la misión Barrio Adentro que desarrolló en Venezuela Hugo Chávez con mucho éxito, en sus inicios.
Porque una investigación adelantada por el experto Carlos Aponte revela que hoy, “las más variadas evaluaciones evidencian que el país (Venezuela) atraviesa en los años recientes por la peor regresión de sus indicadores de salud”.
Las aulas y los centros de salud son los sitios más propicios para lavarle el cerebro a las personas, porque es donde son más vulnerables.
¿Ahora entiende porque estas reformas son claves para los propósitos del petrismo? Por esta vía, tan sutil como efectiva, es que el petrismo busca adueñarse de la voluntad de la gente y, al final, del Estado.
Por ello, si queremos preservar nuestra democracia, es fundamental impedir que esas maquiavélicas reformas sean aprobadas.
Del mismo autor: El “golpe blando” de la izquierda contra el alcalde de Cali Alejandro Eder