El gran aporte cultural de Gustavo Bolívar a Colombia fue escribir Pandillas guerra y paz y Sin tetas no hay paraíso, dos series paradigmáticas de los años de la Seguridad Democrática. El historiador que se sumerja en la primera década del siglo XXI en Colombia encontrará las dosis de frivolidad, violencia y machismo, el auge de las cirugías estéticas que caracterizó los dos primeros gobiernos uribistas. No había un símbolo de poder más contundente en las incipientes redes sociales de esa época que una orgullosa esposa, con senos y traseros recién incorporados, sonriendo al lado de un Pura Sangre. Lo que los historiadores jamás podrán entender es que el autor de esas dos novelas sea uno de los enemigos más encarnizados que tiene el partido de gobierno.
Gustavo Bolívar es un viejo espectro del pasado en este gobierno. Es uno de esos senadores pintorescos tipo Edgar Perea o Moreno de Caro que creíamos extintos. Tiene respetabilidad en Twitter porque esa red social está completamente dominada por la izquierda. Por eso se toman tan en serio a Bolívar. A mí me da pena ajena. Bolívar divulga más fake news que el uribista más fanático. Su última perla fue afirmar en un trino que Duque iba a regularizar a los dos millones de venezolanos que están en el país para que votaran por él. Una mentira desmentida por La Silla Vacía. Igual los petristas, que siguen retuiteando y afirmando, con su tonito jarto de vendedores de enciclopedias, que detrás del acto humanitario se esconde el demonio de la compra de votos. Lo dicen sin ninguna prueba, con el mismo desparpajo con el que aseguran que Duque compró la presidencia, como si en el país de Laureano Gómez no existieran 10 millones de fachos dispuestos a votar por el que diga Uribe.
En redes se ha visto como un escándalo el ofrecimiento que le hizo Uribe al actor Jorge Cárdenas para que se lanzara a las próximas elecciones al Congreso. Cárdenas fue el galán de los noventa y su único mérito puede ser el de lucir extraordinariamente bien a pesar de sus 52 años. Aunque renunció a opinar en Twitter hay trinos que han pasado inmediatamente a la historia universal de la Infamia como cuando trató a Jaime Garzón de financiador de secuestro. Su militancia, como la de Bolívar, no se puede tomar en serio. Es uno de esos payasos ideales para nuestro Congreso.
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Y que se animen Polo Polo y Levy, convertidos en analistas políticos hechos a la medida de la mediocridad de sus seguidores
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No sé si se quemará a o no, pero me pregunto: ¿por qué está socialmente aceptado que Gustavo Bolívar sea senador y no el eternamente joven integrante de Luna Verde? ¿Ahora tener senadores ridículos es un privilegio de la izquierda? Yo votaré por Jorge Cárdenas porque me sueño con ver un debate entre él y Bolívar. Será tan grotesco como los programas de humor peruanos de los noventa. Una afrenta más a una democracia perezosa, corrupta, como la nuestra. Un sistema diseñado para que la gente elija su propio circo. Y que se animen Polo Polo y Levy, convertidos en analistas políticos hechos a la medida de la mediocridad de sus seguidores.
Por cierto, se ve muy grosera esa actitud de servil del senador Bolívar con Vicky Dávila. Muy valiente a la hora de criticarla en Twitter pero sale corriendo cada vez que lo llama a dar una entrevista Semana. Si son los medios unos lacayos de los grupos económicos ¿por qué le contesta el teléfono con la voz entrecortada a Luis Carlos Vélez?
Convirtamos de una vez en circo el Congreso de la República, Cárdenas es el payaso que necesita la derecha. La izquierda ya tiene el suyo. Votemos por el esposo de Ana Lucía Domínguez. Ante la decadencia de Sábados Felices las plenarias será el programa más divertido de la tv colombiana.
