Después de once años de gobiernos de izquierda en Bogotá y la poco probable elección de una persona de izquierda para el próximo cuatrienio, a pesar de que falta mucho y todo puede pasar, es bueno hacer un corte de cuentas a los once años de gobiernos de izquierda en Bogotá.
Seguramente son muchas las razones que explican el fracaso – o poco éxito- de la izquierda en Bogotá, entendiéndose como éxito la capacidad de transformación de la ciudad en un espacio ordenado, relativamente seguro, con igualdad de oportunidades para todos, con una administración eficiente y amigable con el medio ambiente.
1. Por la misma izquierda. Nunca hubo un proyecto de izquierda sino reinvindicaciones de grupos y sindicatos individuales, que es lo que históricamente la caracteriza. Por eso es fácil para los que se mantienen allí, decir que el problema de los Moreno no es de ellos sino del grupo de los sindicados.
2. Cogobernó con los factores de poder tradicionales, la política tradicional, la corrupción y los intereses económicos de grupos como los transportadores.
3. Las administraciones de izquierda atomizaron el movimiento social, cooptaron los liderazgos locales, los clientelizaron y los entregaron a la politiquería. Los grupos de izquierda adoptaron las mismas prácticas clientelistas de los partidos tradicionales. (Sólo averigüe como están haciendo las campañas políticas los ediles de izquierda en las localidades).
4. No se preocuparon por profesionalizar la administración. Un paso importante en la dirección del buen gobierno es contar con profesionales de carrera que atiendan directamente al ciudadano, no con personal de libre y nombramiento y remoción y contratistas, puestos por y para servir a los políticos. La administración se parceló y entregó a grupos y políticos que establecieron allí sus fortines, indistintamente si son de izquierda, de derecha, sindicatos o colectivos como los LGBTI. (Estos grupos vienen cambiándose la camiseta dependiendo de quien vaya a ganar en las encuestas. Se las ponen todas y no sudan ninguna. Y en el próximo gobierno sea quien sea el alcalde, los veremos allí).
5. No contaron con personal capaz de orientar a la administración en la toma de decisiones técnicas, lo que hizo que las pocas buenas propuestas como basura cero, terminaran empantanadas y caricaturizadas por normas inaplicables y funcionarios incomprensibles. O viceversa.
6. No entendieron ni fueron capaces de continuar políticas exitosas de gobiernos anteriores, como la propuesta de cultura ciudadana de Mockus o la política de movilidad de Peñalosa, que si bien flaqueaba en el transmilenio, integraba al transporte particular y público, al peatón y al ciclista y en el respeto por el espacio público en un concepto de ciudad.
La izquierda está atomizada. Los líderes están por jubilarse. No hay relevos, ni generacionales ni ideológicos. A diferencia de otros países, como Grecia o España, no se sintoniza con un electorado joven. Cepeda tiene el carisma, pero está atrapado en una agenda particular. Las bases se pierden. El magisterio se jubila. Oiga los programas de los sábados de los maestros en la radio. Hace pocos años se hablaba del estatuto docente y la movilización. Hoy sólo se habla de las pensiones. Eso ya afecta la representación política. Pero la izquierda tiene cuotas de segundo nivel en la administración, tiene comisionados y magistrados auxiliares en las altas cortes. Como en la época del partido Comunista de Gilberto Viera que a pesar del frente Nacional participaba en política (por eso algunos decían con sorna que aquí no había dos sino tres partidos tradicionales), la izquierda se va a mantener ahí. Pero no creo que en el gobierno de Bogotá.
