Fenalco ha hecho hasta lo imposible para que, en el 2020, el día de la madre se celebre en el segundo semestre del año y no en este momento de cuarentena. ¿Será porque "compramos sentimientos" y nos desenmascaramos a nosotros mismos en el mercado disfrazado de los falsos "comparte, quiérete, regala, ama a los tuyos, etc."?
La cuestión no radica en no comprar, sobretodo porque en este momento de congelamiento y decrecimiento de la economía colombiana se evidencian grandes pérdidas, despidos, entre otros, y para lo cual sería necesario que traten de sobrevivir, por un lado, las familias que dependen de sus propios negocios y sus empleados, y por otro, el comercio nacional. La paradoja de la tradicional celebración del Día de la madre que se celebra cada 8 de mayo, se sitúa en la comprensión -o más bien, incomprensión- de los afectos como instrumento al servicio del mercado. La “psicología de las ventas” y hasta la “filosofía de las ventas” lo saben perfectamente: de lo que se trata es de hacer más próximo al cliente, de mostrarle y demostrarle que su vida está mejor y hasta puede ser más feliz o incluso feliz, si tiene tal producto, si se pone tal vestido, si viaja a tal lugar. Esto por mencionar lo menos violento del marketing, porque ni hablar del anuncio rojo, las letras grandes o el morbo que envuelve la publicidad sin límites. Cada persona juzgará o defenderá lo anterior según le parezca –o le convenga-.
Sin embargo, es necesario dejar de satanizar el juego del mercado y quizás sí satanizarnos como jugadores. Se trata de comprender la debilidad o inexistencia de los afectos hacia otros, por ejemplo, hacia nuestras madres. El problema no es que FENALCO aplace sus ventas por la celebración, el problema es que las madres –casi como siempre- pasarán inadvertidas en “su fecha”-y no solo en su fecha-, porque como no hay suficientes restaurantes abiertos para llevarlas a almorzar o locales de ropa para comprarles algo debido a la cuarentena, simplemente tal fecha no tendrá el eco que acostumbra a tener y dejará al descubierto una que otra paradoja del Día de la madre: la celebración de un ser querido está en el afuera como espectáculo, como foto de Facebook, WhatsApp, Instagram, Tik-Tok, y todo lo que exista y proporcione la exhibición fastidiosa e hipócrita de “lo que más amo en el mundo”-léase bien, “lo que más” y no “a quien más”- cuando en realidad nuestras madres son todavía objeto de uno de los sectores opresores más implacables de la sociedad: la familia.
FENALCO puede hacer lo que quiera, hasta inventarse dos días de la madre, o los que le plazcan, y, en ese sentido, nosotros podemos ser supuestamente doblemente agradecidos con nuestras mamás. La mentira de que al comerciante le interesan los clientes satisfechos ya no se la come nadie ¿o sí?, a los comerciantes no les importa que haya una cadena infinita de clientes insatisfechos si hay otra cadena infinita de nuevos clientes. Lo que sí hay que confrontar de una vez por todas es la valoración de los afectos -y los afectos mismos- que patológicamente buscamos en el mercado. En esa “compra” envolvemos al otro, lo hacemos partícipe, el otro es la compra de la compra. Lo mismo hacemos con nuestras mamás. No solo les hacemos creer y creemos que a través de lo que se compre mostramos la fidelidad de nuestros afectos, sino que algunas incluso podrán pensar que como no hubo manera de exteriorizar mercantilmente la celebración, no se les quiere.
Esta celebración en medio de la cuarentena decretada por la pandemia y otras tantas celebraciones –si no es que todas, incluso si no hubiese cuarentena- deja bien expuesta nuestra incapacidad de expresar afectos, o incluso de tenerlos, sin la mediación de los objetos ¿Habrá personas que en este día se propongan celebrar a sus madres aun cuando no pueden ofrecer “algo”? es más ¿Podremos ofrecer algo que escape de lo material? Desdibujémonos ya la idea del sentimiento familiar de esta celebración reducida a la mera ostentación y recurrencia necesaria al mercado, y también la falsedad del sentimiento producido por lo que se compra como garantía del “te agradezco todo lo que has hecho por mí”. No es que “la magia esté en las pequeñas cosas”, tal vez es que la magia ni siquiera está en las cosas.
Lo curioso es que en la Colombia profundamente católica estamos lejos, e incluso lo están los devotos, de la “genuina” intención que indica la tradición religiosa que propuso la celebración de este día en conmemoración de la virgen María y agradecimiento a las madres, pero no solo porque el desplazamiento de las intenciones venga con moño, rosas y huela a algodón de azúcar, sino porque segura y tristemente lo que sí sucederá paradójicamente, como año tras año, es que el Día de la madre será el día más violento del país.