El analista argentino Ángel Becassino lleva cuatro décadas en Colombia asesorando campañas políticas. Fue el asesor del ingeniero Rodolfo Hernández, que derrotó Federico Gutiérrez, el candidato que tenía el apoyo del establecimiento tradicional, y logró pasar a la segunda vuelta en la que fue derrotado por Gustavo Petro. Aunque no ganó, obtuvo sin tener una organización política detrás y con un discurso disruptivo más 10.5 millones de votos. Petro le ganó por 700 mil votos. Fue un verdadero fenómeno electoral.
Como lo fue en su momento el comandante del M-19 Carlos Pizarro, quien crecía su favoritismo cuando fue asesinado en plena campaña presidencial el 26 de abril de 1990. Beccassino estuvo cerca de él y acaba de publicar el libro Carlos Pizarro, El Heavy Metal latinoamericano. También acompañó a Lucho XX, el primer militante de izquierda en lograr un cargo de importancia como fue la alcaldía de la capital con el slogan Bogotá sin indiferencia.
A partir de la experiencia de haber vivido por dentro de las campañas, construir estrategias, diseñar rutas electorales, ganar y perder, pero también de observar la política en el mundo, Ángel Beccassino conversa con Juan Manuel Ospina. ¿Para dónde va la política?.
Juan Manuel Ospina: Ángel es mucho lo que has visto, acompañado y analizado contiendas políticas, la lucha por el poder, como percibes los cambios que se están dando, ¿Estamos en un momento de crisis de la política como la hemos vivido, como la hemos conocido casi que desde la Revolución francesa?
Angel Beccassino: La vida es una crisis permanente, la vida es movimiento y por tanto es desestabilización constante. En esa medida la política también lo es. Pero en particular, asistimos a una evolución de circunstancias donde estaban los partidos políticos como que eran los que estructuraban la preparación para el poder y sobre el que se estructuraba el ejercicio del gobierno y tenían los cuadros para hacerlo. Pero estos se fueron debilitando paulatinamente y desde hace rato perdieron masa, por decirlo de esta manera, masa física; perdieron la masa popular.
Y en la medida en que perdieron la atracción también porque la masa ejerce atracción. Entonces la gente empezó a optar por movimientos primero y después por personalidades, figuras, imágenes, por cosas así. Y así se mueve el voto, que es la instancia electoral. El voto ha ido beneficiando, por decir así o quizás perjudicando a movimientos o personas que no estaban preparadas para administrar o que no tenían los cuadros necesarios para llevar adelante un proyecto de gobierno.
El caso extremo es la presidencia de Argentina, este chico Milei que en dos años llega gracias a una presencia fuerte y disruptiva en espacios de opinión de la televisión y en dos años sin tener un movimiento, sin tener nada, consigue ganar una elección presidencial. Y hoy es lo que estamos viendo. Sin entrar en calificaciones, pero los hechos hablan por sí solos.
JMO: Y no es ese el único ejemplo de que estamos viviendo.
A.B: Yo he tenido experiencia en el caso de Colombia, en las últimas tres presidenciales, para no ir muy lejos. En la última, lo que hubo fue proyectos discursivos; proyectos de comunicación fuerte; liderazgos de distinto tipo atractivos para el electorado, que se enfrentaban a algo que la gente ya no quería: el antiguo régimen. Pero lo nuevo es que ninguno tenía los cuadros necesarios para administrar el país (…). Los proyectos discursivos terminan ofreciéndole al elector opciones que van a conducir indefectiblemente a decepciones.
JMO: Hacen una propuesta interesante, se oponen a algo y se ven como una salida electoral para dejar atrás una situación que la gente quiere cambiar. Retomó el caso que mencionabas de Milei. Se enfrentó a una de las grandes estructuras de poder en América Latina que estaba desgastada. Aprovechó la crisis, la debilidad Peronista y fue capaz de conectar con un lenguaje disruptivo que golpeó la vieja estructura denominándola La Casta. Nunca se fue directamente contra el Peronismo que lo habría enfrentado a un sentimiento popular muy fuerte y se focalizó en atacar el Kirshnerismo, generando situaciones disruptivas, pero sin ofrecer alternativas. Matan el tigre y se asustan con la piel.
AB: O empiezan a huir hacia adelante, que es un poco lo de Milei. Corriendo como un elefante en una cristalería. Toca observar con atención el fenómeno. Y esto no es solo un tema de apariencia. Y ese es el trabajo, investigarlos sin quedarse solo en la superficie. (…)
JMO: ¿Y qué salida le ves a esta crisis de la política? ¿Qué tipo de política sería la que se podría hacer hoy?
AB: Pienso que la salida pasa por la base del sistema. Si se mira al conjunto que tenemos hoy, el estado del arte como se dice, la democracia no existe o la democracia es un sistema que ya no sirve. Digámoslo como lo digamos, pero la teoría sigue siendo válida, pero para que sea realmente eficiente la idea, tenemos que arrancar de abajo hacia arriba. Si no hay una organización en la base esto no tiene futuro.
JM: Este es un punto absolutamente central que se expresa también en Colombia. Contactar y reconocer las regiones, los territorios, las comunidades, de los barrios.
AB: La salida es por ahí. En tanto la gente siga esperando propuestas de arriba hacia abajo. Esto esta fregado.
JMO: Propuestas salvadoras, milagrosas que lleguen desde arriba. Por ahí no es la cosa.
AB: Fíjate, en teoría, las propuestas grandes de cambio llaman siempre a las revoluciones, como sea; se comienza con la idea de una base que se subleva contra un estado de cosas que finalmente se auto organiza de una manera o de otra y se toma el poder. Lamentablemente, la experiencia histórica, en la mayoría de los casos se pasa de esa estructura a una estructura vertical. Y con esto llega el autoritarismo.
La posibilidad de organizarse desde la base se facilita ahora por la existencia del mundo digital. Por el espacio en el cual es mucho más fácil encontrarse, llegar a acuerdos. Incluso conspirar. Hay una cantidad de herramientas de comunicación. Sin embargo, en mi lectura, hay un vaciamiento del interés por pensar en la gente.
Vos y yo no somos tan chiquitos y tenemos la experiencia del 60 del 70 del siglo pasado cuando la gente y las ideas estaban en el centro. Se ha perdido el placer por el pensar por el especular sobre la vida. Ahora el interés gira alrededor del billete que termina estimulando la frivolidad; la corta duración donde además la felicidad está en función de las adquisiciones y no en términos de experiencia de vida. El tener nos fue absorbiendo. (…)
JMO: Y eso se expresa en la política. Pero y que hacer
AB: Yo veo por delante, lo que viene es un horizonte de golpes, mejor dicho, lo que ya estamos viviendo es un horizonte de golpes.
Escuche aquí la conversación completa:
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