El pasado 20 de marzo, alrededor de veintitrés millones de colombianos rodearon las pantallas de sus televisores para ver la fase final y la coronación del reinado. En el evento mas importante de la farándula nacional se reunieron personalidades de todas las índoles: políticos, personajes de la televisión, deportistas, etc.
¿Cómo perderse un evento de semejante magnitud?
En contraste, el 2 de octubre de 2016, el día del plebiscito por la paz, un referendo en el que se decidiría el destino de un conflicto de más de cincuenta y dos años, solo se presentaron a votar once millones de personas. Era el momento de que el pueblo decidiría sobre el conflicto con las FARC, uno que había cobrado mas de doscientas mil victimas.
Lamentablemente, a pesar de ser uno de los llamados al deber más importantes en la historia de la república, más del sesenta por ciento de los ciudadanos aptos para votar en el país decidieron quedarse en sus casas sin inmutarse por el resultado de una de las elecciones que harían historia en el país.
Normalmente, muchos defenderían a capa y a espada este abstencionismo alegando que las clases políticas de siempre no son confiables en época electorales o que el plebiscito era otra maniobra política o cualquier otra escusa, pero la triste realidad es que la pereza y la indiferencia le ganaron la partida a este llamado histórico. Muchos cuestionan el rumbo que toma el país pero no hacen nada por mejorarlo. Eso sí, no permita Dios que nos perdamos un evento de tanta importancia como es el concurso nacional de belleza.
¿Y después nos preguntamos por qué estamos como estamos?