Desde la radio, el internet, la televisión y la prensa (tanto hablada como escrita), constantemente estamos siendo bombardeados con el verbo reinventarse. A diario escuchamos o leemos frases como: ¡La señora de las empanadas se ha reinventado! ¡Los campesinos se están reinventado! ¡Los trabajadores deben reinventarse! La pregunta es: ¿por qué está de moda esa expresión y por qué la han popularizado tanto? En las siguientes líneas abordaré el tema con el firme y único propósito de quitarle lo romántico al asunto de reinventarnos.
Si hay algo que de inmediato destroza esa palabra es la caricatura del Señor Jota publicada en un diario de circulación nacional. En ella se refleja la imagen de un hombre con tapabocas, agobiado por el peso de su maleta y el de una bolsa que lleva en su mano. El protagonista de la sátira lanza las siguientes frases: “Dizque país reinventado”. Y, luego, fulmina con otra: “Será país reventado”.
Partiendo de esas afirmaciones y observando la actitud displicente del personaje, podríamos decir que la propagación de la palabra “reinventarse” es usada con el objetivo de ocultar la presente y espantosa desigualdad económica que atraviesa el país y que padecen millones de colombianos. La aspereza es más evidente en estos tiempos de confinamiento.
Pero lo que llama en realidad la atención es la expresión “país reventado”. Para nadie es un secreto que el gobierno quiere disimular el desastre. Por eso en medio de la situación de cuarentena que ha paralizado la vida productiva del país, se intenta apaciguar el ánimo de los colombianos con esa palabra rebuscada. Pretenden con ella esconder el aumento de la espantosa estadística del desempleo y la quiebra insalvable de pequeños y medianos proyectos del sector comercial e industrial.
Ellos están reventados porque no han podido recuperarse del duro golpe económico. Y las ayudas gubernamentales no han sido eficaces. Para muestra de un botón, observamos cómo a diario pequeños y medianos empresarios denuncian la negativa de los bancos para entregar créditos que alivien la dura carga de ese sector de la economía. Y qué hablar del desempleo. Para la Revista Dinero, experta en asuntos de la vida financiera del país, señala que: “La dura realidad del COVID-19 nos pondría en un escenario en el que 6 millones de colombianos no tendrían trabajo”.
El otro contexto del país reventado será la del aumento de la protesta social. Sin duda la inconformidad con el actual modelo de cosas establecidas ha generado indignación en la inmensa mayoría de colombianos, que han notado cómo la administración del señor Duque en medio de la cuarentena ha venido despilfarrando recursos económicos en contratos para la adquisición de camionetas de alta gama y en el mejoramiento de su imagen, opacada por su papel de títere. Y como si fuera poco, hace poco se reveló que en medio del aislamiento se hicieron compras de tanquetas y municiones para fortalecer el Esmad, escuadrón que asesinó al joven Dylan Cruz con un disparo en la cabeza mientras participaba de las protestas de noviembre del año pasado. ¿Será que el gobierno se está preparando para un estallido social? ¡No lo dudes, Bobby!