El ácido ascórbico, más conocido como vitamina C, es una sustancia única, de extrema importancia y necesidad para el cuerpo del ser humano, ya que con ella le hace frente a múltiples problemas biológicos que se oponen a su supervivencia.
Es tan importante para el cuerpo humano esta sustancia que sin ella el hombre no podría vivir. Sin ácido ascórbico no puede haber vida. Es una sustancia de necesidad vital.
La Vitamina C alivia a la mayoría de las infecciones virales, controla muchos tipos de cáncer, alivia a varios tipos de depresión, decrece el dolor y modifica el curso de muchas enfermedades como la esclerosis múltiple, la esclerosis lateral amiotrófica, picadura de arañas, mordeduras de insectos y reptiles venenosos.
Pero, vaya sorpresa: ¡El cuerpo humano no puede producir A. Ascórbico!
En algún momento de la evolución, la naturaleza nos hizo una mala jugada al ocasionarnos una falla genética que impide la síntesis de A. ascórbico, por lo que tenemos que obtenerlo en los alimentos para poder sobrevivir.
En la naturaleza somos, junto con los primates, la única especie cuyo cuerpo no puede producir ácido ascórbico.
El ácido ascórbico es un compuesto relativamente simple en comparación a otras enormes y complicadas moléculas producidas por los organismos vivos. Contiene 6 átomos de carbono, 8 de hidrógeno y 6 de oxígeno (C6H8O6), muy similar a la glucosa y estrechamente relacionado con ella.
Precisamente, es a partir de la glucosa en las plantas y los animales que se produce enzimáticamente el ácido ascórbico. Se produce en cantidades relativamente grandes tanto en las plantas más simples como en las más complejas.
Se sintetiza también en las especies animales más primitivas, así como en las más altamente organizadas.
En casi todos los mamíferos, el ácido ascórbico se fabrica en el hígado a partir de la glucosa de la sangre. La conversión de glucosa en vitamina C se hace por etapas, cada una de las cuales es controlada por una enzima diferente. Es decir, una enzima para cada etapa.
La mutación que se produjo en el mono y en el hombre destruyó la capacidad de fabricar la última enzima necesaria en la serie: la oxidasa L-gulonolactona.
En el día de hoy, millones de años más tarde, todos los descendientes del mono y del hombre, tienen las enzimas intermedias, pero carecen de la última. Es por esto que el hombre no puede “fabricar” el ácido ascórbico en su hígado. Esa fue la mala jugada que nos gastó la naturaleza.