A cuatro años de su lanzamiento La Pulla se ha convertido en un fenómeno viral y el principal espacio de opinión de El Espectador. Aunque en un principio se pensó como una “apuesta arriesgada” del medio dirigido por Fidel Cano, con cada edición se acumulan millones de reproducciones y el tono de sus periodistas, entre sarcástico y mordaz, se convirtió en un sello distintivo. Sin duda, el formato visual de La Pulla conectó con el nuevo modelo de consumo de información impuesto por las hordas que habitan las redes sociales y ahí reside gran parte de su éxito. Su última publicación, una diatriba feroz contra el alcalde de Medellín Daniel Quintero, va superando los dos millones de reproducciones en Facebook, YouTube y Twitter. Un alcance impresionante que seguro tiene el alcalde millennial y habitual tuitero reducido. Ningún medio oficial o pauta podría si quiera igualar ese alcance.
A pesar de su impacto, el formato de La Pulla es simple y carente de rigurosidad. No es periodismo de investigación o si quiera un formato que aborde temas a profundidad. Siempre lo he visto como un collage o puzzle de publicaciones “prestadas” y cohesionadas con el tono altivo de María Paulina Baena. Solo es un formato efímero de consumo y olvido, con muy poca contrastación (así mencionen “fuentes”) y propio de las redes sociales; su principal público son los jóvenes que siguen youtubers (ídolos en la posmodernidad). Por eso, ninguna de sus ediciones ha movido los sólidos cimientos del establishment, ha puesto a poderosos a rendir cuentas o si quiera pasará a la historia del periodismo criollo, como sí lo han hecho algunas columnas de Daniel Coronell, por citar un ejemplo. Ahora, voy a mencionar su principal omisión en los últimos años: Sergio Fajardo.
Tras la reciente pulla a Quintero (casi 20 minutos) se recordó la antigua pulla a Petro (llamada Petro no merece ser presidente y con una duración de 18 minutos) a una semana de la primera vuelta. El tiempo no solo es una mera cuestión de estilo ya que la duración media de sus videos, por lo general, es de 5 a 8 minutos. ¿Acaso la de Quintero y Petro fueron ediciones especiales? Sobre Petro se dirá que fue en la línea del cubrimiento que se hizo a los candidatos presidenciales en 2018, a Duque o Vargas Lleras le tiraron más duro; sin embargo, sobre Fajardo no se dijo nada, absolutamente nada y eso que hay suficiente material de archivo en prensa (pasado y reciente) para dedicarle una pulla de 20 minutos si se quiere.
No voy a afirmar como se viene comentando en la agitada movida política de Medellín que La Pulla se vendió al Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), le hizo el “mandado” al uribismo o que se prestó a los intereses de Fico Gutiérrez (en el momento el mayor opositor a Quintero). No, estoy de acuerdo con algunas de sus afirmaciones sobre la gestión del alcalde porque también las he presentado y analizado desde hace varios meses en Las2Orillas en más de treinta notas ciudadanas, pero sí estoy seguro de algo: La Pulla ya tomó y antes había fijado posición por Sergio Fajardo. No resulta una omisión menor porque Fajardo es un actor clave en política antioqueña y lleva una década haciendo carrera para llegar a la presidencia.
Ya que el formato de La Pulla se basa principalmente en retomar publicaciones y organizarlas en un puzzle informativo, sus periodistas se deberían tomar la tarea de revisar las investigaciones (algunas muy a profundidad), denuncias y señalamientos que se le han hecho a Fajardo desde su paso por la alcaldía de Medellín. Solo menciono: el rol del paramilitar extraditado Don Berna en su política de seguridad; los negocios de su familia (sí, su familia, porque con Quintero hasta mencionaron el último trabajo del hermano) y cómo se vieron rentabilizados en su administración (dícese pirámides de la oriental); la pifia del elefante blanco de la Biblioteca España; su papel en la creación del esquema de gobierno corporativo en EPM que favoreció a sus principales financiadores (empresas del GEA) y que de paso desató uno de los mayores entramados de corrupción en la historia del país; el mismo que puso en riesgo, aguas arriba y aguas abajo de la represa, la vida de cientos de miles de personas. Suficiente para una pulla, ¿no les parece?
Cuando se toma posición es inevitable no caer en omisiones o exagerar los errores del contrario, eso es lo que hicieron desde La Pulla con Petro en 2018 y ahora con Daniel Quintero. ¿Dónde queda Fajardo? Más cuando tiene una responsabilidad (al lado de Fico Gutiérrez) en las irregularidades en Hidroituango; en la conformación de la junta directiva de EPM que ya es claro decidió “ocultar” un informe sensible para proteger los intereses de las empresas del GEA, tema que en La Pulla pasa de agache y sobre el cual no se profundiza ya que resulta más importante hablar del último trabajo de Miguel Quintero o el cargo menor que ocupa la esposa de un secretario. Solo recuerdo que tras la contingencia en Hidroituango las pérdidas son cercanas a 9,9 billones de pesos (que podría terminar asumiendo la ciudadanía en la factura de servicios), generadas por la poca ética y malas prácticas profesionales de los encargados del proyecto, ¿eso no les parece escandaloso?
Sí lo es y Fajardo tiene mucho que decir (y no lo ha dicho). Por eso, vuelvo a preguntar: ¿para cuándo la pulla a Fajardo?