La vi a las tres de la tarde de un sábado y no habían sino 8 personas en el Cine Colombia de la Calle 100. Eran ocho personas que sabían muy bien a qué se enfrentaban. Ver una película de Scorsese en cine, en estreno, es un milagro. Es como entrar a la Capilla Sixtina y ver los originales de Miguel Ángel. Los maestros han muerto. Un amigo brasilero dijo, con tino, que un minuto de Scorsese valía más que tres horas de Christopher Nolan. Y eso es cierto. No soporté Oppenheimer. Me pareció la historia larguísimo de puros señores hablando.
Scorsese, como los grandes, cuenta historias en imágenes. No dice, muestra. Y, por eso, le cambió el sentido a la novela original en la que se basa Killers of the flowers moon. En el 2017, después de la lectura definitiva de guion, Di Caprio dio el campanazo: la historia no servía, cinematográficamente, desde su estructura original que era la del investigador que llega desde Washington a averiguar quién es el señor blanco que está matando a los indios de la nación Osage para quedarse con los millones del petróleo con la que esa tierra ha sido bendecida. No, la historia debería contarse desde adentro. Y así lo hace, así a más de un mamerto quisquilloso, de esos que viven encontrados excusas bienpensantes para no fracasar en la lectura del Quijote, le ha hecho el quite a la película. Porque para que a uno le guste una película como estas debe tener sus charreteras, su buen criterio, su pasión por el cine. Y acá no hay nada de eso.
Acá funcionó Barbie y Oppenheimer por las buenas estrategias publicitarias. Killers no tuvo nada de eso. Los fanáticos del cine de superhéroes, quienes celebraron el estreno en el 2021 de la versión de casi cuatro horas del director de la película La liga de la justicia, se echaban cruces porque este western necesitaba de tres horas y media para ser contado. Un director de la talla de Scorsese necesita crear una atmósfera, mostrar los matices de la maldad. De Niro vuelve a ser tan despiadado como Jimmy Conway, el sanguinario ladrón irlandés de Goodfellas, el que no le tiembla la mano para matar a su amigo, o a su sobrino para quedarse con el pedazo más grande del pastel. Y la primera vez que nos lo muestran cierra su diálogo diciendo “Los Osage son la gente más bella de este mundo” luego hay un corte e inmediatamente los últimos estertores de uno de los indios envenenados. Es humor negro, es poesía, es cine.
Y Scorsese se da sus licencias de genio, como la escena del incendio que, algunos, juzgan muy larga o los Osage bailando con la música de Robbie Robertson mientras el petróleo estalla, pero para Scorsese el cine lo hacen los actores. Por eso ha creado una escuela única de grandes intérpretes, Harvey Keitel, Ray Lliota, Tom Cruise, Joe Pesci, Frank Vincent, Asa Buttrfield, Mark Ruffalo. La lista es interminable. Y Killers es un mano a mano de actores. Por un lado Di Caprio que hace su sexta película con el maestro y su viejo socio De Niro, quien fue descubierto hace cincuenta años en el casting de Malas Calles. Y además, para los que dicen que Scorsese descuida a sus personajes femeninos, hay que pegarle un repaso a las actrices que tuvieron su primer protagónico con Martin: Barbara Hershey, Jodie Foster, Ellen Burstyn, Lorraine Bracco, Margot Robbie y bueno, ahora descubre a Lily Gladstone quien seguramente va a pelear por el Oscar.
Esta es una película difícil de ver no por su extensión sino por su atmósfera. La maldad de un personaje como el de Di Caprio es muy sutil. Estamos acostumbrados a ver a los demonios en el cine decididos, inteligentes, casi que admirables. Su personaje es pusilánime. Mata, envenena y roba porque se lo ordenan y uno no patea la lonchera. Si se quiere tener las alforjas llenas hay que cumplir órdenes. Saber a quién obedecer. De Niro es el master of poppets. Poco a poco las máscaras van cayendo y uno no puede creer su maldad obvia, su ambición rastrera. Scorsese no concede. Es un milagro que Apple y Paramount le suelten 200 millones de dólares a un genio para que él haga la película que se le cante. Así no espere ser un éxito de taquilla. De hecho en su primer fin de semana apenas hizo 30 millones de dólares en Estados Unidos. Difícilmente va a recuperar su inversión.
Y en Colombia, con esa alergia a la belleza que tenemos, va a ser un fracaso. Seguro que intelectuales como los que alguna vez dirigieron el Malpensante van a decir que soy un exagerado, sólo porque su maldita burbuja chapineruna la vio y la aplaudió. Jamás pudieron salir de sus putas tres cuadras. Killers es una película que en Colombia no se ve bien como no se ven las películas de Scorsese, con excepción tal vez de El lobo de Wall Street. Por ahora celebremos que, como dijo Sandro Romero Rey, Martin y los Rolling Stones, estrenaron sus nuevos trabajos el pasado 20 de octubre. Ambos tienen 80 años y es un placer decir que los chicos están bien.