Para todos aquellos que tenemos un vehículo y entendemos que este seguro nos blindó médicamente por algún suceso, acto o desliz vial, podríamos afirmar que es necesario. Pero para aquellos que nunca han tenido el infortunio de utilizarlo le agregarían el apelativo de “mal necesario”.
En retrospectiva, el SOAT es un seguro que solo le vemos importancia cuando lo utilizamos. Por lo demás, es un complot de las aseguradoras y el gobierno para robar al pueblo. Las cifras pueden variar dependiendo del ente que consulta (colectivos de usuarios, Mintransporte, Aseguradoras, etc), por eso dejo mi experiencia personal para que al final ustedes puedan decidir en qué parte de la sesgo crítico se encuentran.
Mi vida motera se marcó por cuatro accidentes, donde solo uno de ellos fue por mi actitud irresponsable. Pero sin diferenciar alguno en todos estos eventos viales, el SOAT cumplió su objetivo.
El SOAT agilizó el procedimiento médico, el cual consistió en que tuve más de una ambulancia pendiente a recogerme. Mi ingreso a la institución médica estuvo por encima del famoso TRIAGE; el procedimiento quirúrgico fue autorizado casi que de inmediato y NO tuvo que ver la complejidad de la lesión o si mi vida estuviese en riesgo. Por último, el proceso de recuperación fue satisfactorio.
Después de estos hechos traumáticos y haciendo referencia al accidente más doloroso de los cuatro que tuve en la intimidad de un cuarto de hospital, tuve tiempo para pensar qué hubiese pasado si no se me exigiera obligatoriedad para con este seguro. Muy probablemente hubiese perdido mi mano derecha ya que la lesión en sí superó más de los 8 millones, solo en la intervención quirúrgica. Atreviéndome a divagar en el tema, muy seguramente a mi EPS le hubiese salido más barato autorizar la amputación porque para nadie es secreto que estas entidades no se preocupan ofrecer los servicios necesarios para salvaguardar la vida, solo para mantener un margen de ganancia amplio.
Sin extenderme, quiero decirles que lo único que tengo claro en este momento es que sea cual fuere el rumbo que tome este seguro, fue gracias a él que hoy en día tengo mi mano derecha. La misma que me permitió seguir escribiendo cómodamente estas palabras.