Los muiscas fueron los primeros en sorprenderse. Era un gigante que golpeaba con fuerza las rocas. Era un ruido ensordecedor que callaba hasta a los pájaros más persistentes. Sin embargo siempre ha tenido una estela de leyenda oscura, casi de película de terror.
Es que en los años 30, cuando las novelas románticas de Edmundo de Amedici. Entonces incluso armaban clubes de suicidas y se metían tiros en el pecho emulando a José Asunción Silva, el suicida más hermoso, el poeta emblemático. Incluso había un fotógrafo en lo más alto del salto que vivía de tomar las fotos de los románticos que decidían poner fin a su vida. El hombre les cobraba por adelantado –ni bobo que fuera- y luego se los enviaba a su familia con una nota de despedida que jamás daban ninguna respuesta a la culpa que pueden sentir los que querían al suicidio.
En la madrugada del jueves 21 de septiembre regresó una de las peores tradiciones bogotanas. Según el comandante del Cuerpo de Bomberos de San Antonio de Tequendama “El vehículo, al parecer, toma impulso en el kilómetro 8, vía Soacha – Mesitas del Colegio y se lanzó al abismo. Por información de la comunidad, el vehículo iba con dos ocupantes”.
El reporte de esta tragedia está descrito en este informe. El horror, en una de sus peores formas, regresó al salto:
“Se recibe el reporte de la caída de un vehículo en el kilómetro 8 + 500 metros de la vía que comunica a Bogotá con el municipio de Mesitas del Colegio, exactamente, en jurisdicción del municipio de San Antonio del Tequendama. Se trata al parecer de un vehículo Aveo, por lo que de manera de inmediata se hace todo el proceso de articulación con los organismos de socorro de Soacha y de San Antonio del Tequendama. Se está haciendo el descenso al sitio en este momento”.