Una vez más, el top tres de universidades en investigación en el país son públicas, la Universidad Nacional, la Universidad de Antioquia y la Universidad del Valle, seguidas en el cuarto lugar por la Universidad de los Andes y en el quinto la Javeriana. Este es ranking de las diez primeras universidades según indicadores de investigación determinado por U-Sapiens.
Los resultados no sorprenden dadas las variables que se considera este ranking: número total de revistas indexadas (en categorizadas en A1, A2, B y C por el Índice Bibliográfico Nacional), número total de programas activos y que pueden recibir estudiantes nuevos para maestrías y doctorados de acuerdo al Ministerio de Educación Nacional-SNIES y número total de grupos de investigación categorizados (en A1, A, B y C por Colciencias).
Las 10 primeras posiciones de esta clasificación se han mantenido iguales desde hace años, situación diferente, ocurre cuando en la clasificación de universidades se involucran otras variables como reputación académica, estimación entre los empleadores o relación entre facultad y estudiantes, áreas donde las universidades privadas han concentrado mayores esfuerzos y logran modificar el orden en los rankings.
Varias son las razones por las cuales las universidades han dado tanto peso a la investigación. Una de ellas, es que las instituciones de educación superior con denominación de universidad tienen por su naturaleza un mayor enfoque en el desarrollo de la investigación propiamente dicha. Ahora bien, para su realización es necesario cumplir con estándares en publicaciones, conformar grupos de investigadores, y realizar inversiones en infraestructura de laboratorios y tecnología, aspectos que requieren generosas asignaciones de dinero, las cuales, son posibles es gracias a un importante presupuesto de asignación pública o la solidez financiera de reconocidas universidades privadas.
Si nos concentramos en las universidades públicas, otra razón, y de mucho peso, es que los resultados de la investigación determinan las posiciones y ascensos en los estatutos y carrera docente, por lo tanto, los ingresos salariales y el prestigio de sus profesores. Una situación que no ha dejado de prestarse a cuestionamientos dentro de la academia por llevar en muchos casos a una producción más enfocada en acumular publicaciones, que en desarrollar investigaciones que aporten a la solución de las diferentes problemáticas del país y en general de la sociedad.
En las universidades privadas, en cambio, los recursos económicos son controlados por intereses con objetivos más específicos y prácticos, por lo tanto, las investigaciones son financiadas luego de definir su beneficio y su concordancia con las políticas y orientación de la universidad; además, sus resultados no tienen una implicación tan directa sobre los ingresos salariales de los investigadores. Universidades como los Andes han logrado capitalizar el trabajo de sus investigadores en trabajos de consultoría para empresas privadas o incluso para estudios contratados por entidades públicas, permitiéndole ser sostenible por si misma.
Otro factor que pesa a favor de las universidades con mejores presupuestos, es que la investigación requiere profesores de tiempo completo y con contratos a término indefinido, cuyo enfoque o distribución de tiempo es mayor para la labor investigativa que para el ejercicio de la docencia, incrementándose entonces el costo docente. Y haciéndolo aún más complejo para aquellas universidades que privilegian la formación más orientada a la práctica, normalmente la universidad privada, donde se valora la experiencia del docente y su contacto activo con su profesión, un esquema que además de generar beneficios económicos, realizado de manera adecuada puede representar una mejora en la formación de los estudiantes. Cabe anotar, que en muchos casos lo que se privilegia es la disminución de costos, y se contratan docentes por hora no siempre bien pagada, que implica una calidad distinta a la de los profesores investigadores.
Las clasificaciones de los grupos de investigación y la realización del trabajo precisa de Doctores, pero para el año 2018 según datos del SNIES menos del 10% de los docentes del país tiene este nivel de formación, los cuales concentrados justamente en estas universidades, deben dedicar gran parte de su tiempo a la actividad docente. Claramente una de las principales limitantes para hacer el punto de quiebre con respecto a la generación de investigación y que esta trascienda a las publicaciones y se pase a pensar en indicadores como patentes. Porque si los rankings nacionales continúan basando la investigación en cantidad de publicaciones, grupos de trabajo y programas de posgrados (maestrías y doctorados), sin considerar la calidad, se seguirá profundizando el problema estructural que hoy tiene el sistema de investigación en el país. Sin que logren aportar a la solución de las diferentes problemáticas y en general de la sociedad.