Si por el departamento del Atlántico llueve por el Magdalena no escampa en términos de fracaso, mediocridad, apatía e impotencia por los constantes malos resultados en materia deportiva. En Atlántico no paran las críticas por la mala presentación de ese departamento en los Juegos Nacionales 2015 clausurados el pasado 21 de noviembre en Quibdó, cuando en cifras representan 4 medallas de oro, tres de ellas obtenidas en la disciplina del boxeo, donde, al parecer, se mantuvo esa tradición de hegemonía en una disciplina propia del Caribe.
Pero en el caso particular del Magdalena su paupérrima actuación deportiva por todos estos años es dramática; es el reflejo de una clase política ciega, mediocre, corrupta e ignorante que poco o nada le ofrecen al deporte porque no ven en él un plan de inversión que satisfaga sus apetitos medievales burocráticos.
Le han arrebatado al Magdalena la dignidad de un departamento que era potencia en disciplina como el fútbol, boxeo, atletismo, basquetbol, entre otras, donde en materia de competencias sus rivales pensaban dos veces en enfrentar a un departamento que mantenía una cantera enorme de muchachos y dirigentes que portaban con orgullo los colores del departamento, les dolían las derrotas y no se ufanaban con las victorias. ¡Hoy hay competidores, lo que no hay es dirigencia!
Desde que se inventaron Indeportes, una secretaría burocrática, le quitaron un gran papel de formación y decisión a verdaderas personas que llevan el deporte en la sangre, que saben que el deporte es una puerta de salida para tantos conflictos sociales que se viven en un departamento que, como el Magdalena, fluctúa entre la pobreza, la violencia, las drogas y la falta de oportunidades en educación y empleo. El deporte ha quedado en manos de gamonales que poco o nada le han dejado y lo peor de toda esta historia es que no hay nada a futuro, solo la vergüenza de un departamento que lo han acostumbrado a ocupar los últimos lugares.
En materia de medallería en los Juegos Nacionales el Magdalena ocupó el puesto 21 de 27 ganando 3 medallas, 2 de bronce y una de oro en la disciplina de softbol, que ha lavado la cara y mantiene una constante en los últimos años en materia de resultados. De las 1.757 medallas entregadas, ganarse tres no es una vergüenza, es un rotundo fracaso que si consideramos los resultados como una forma de medir el desempeño de funcionarios que viven del deporte, deberían renunciar acompañados de los dirigentes de las Ligas y con ellos, el mea culpa de la máxima cabeza política del departamento como es el gobernador por demostrar una pésima gestión en materia deportiva que al final es el reflejo de su política administrativa.
Pero siguiendo con la medallería, el pódium lo ganó Antioquia con 130 medallas de oro para un total de 384, ya calcularon la diferencia con Magdalena. El segundo puesto lo ocupó Bogotá con 127 de oro para un total de 337, el tercero Valle con 112 de oro para un total de 275, el cuarto salvando el honor de la Costa, Bolívar con 36 de oro para un total de 97 y Boyacá para cerrar la tabla de los 5 primeros con 31 de oro para un total de 108.
No podemos pedirle identidad a las nuevas generaciones en todos los ámbitos regionales cuando las han acostumbrado al fracaso, cuando la dirigencia se ha encargado de ocultar y archivar los logros de aquellos hombres y mujeres que dejaron en alto el nombre del departamento en materia deportiva, cuando no tenemos escenarios dignos que garanticen una práctica deportiva a la altura de las grandes competencias, cuando nuestros deportistas se mal nutren porque no tienen los recursos ni la asistencia física y psicológica necesaria para competir. Cuando la dirigencia no se justifica porque no hay un ente gubernamental que vigile y exija una respuesta oficial por los pésimos resultados, porque se preocupe por los dineros invertidos en el deporte que no se reflejan en resultados y porque, en definitiva, lo que hacen nuestros deportistas, al igual que el resto de magdalenenses que no están en la rosca de la política, es sobrevivir con la uñas para poder competir en el diario trajinar del fracaso que inspiran nuestros dirigentes, qué tristeza.