En los últimos días se ha suscitado una polémica alrededor de Avianca. Varias personalidades políticas han sugerido la necesidad de salvarla, dada la crisis en la que se encontraba antes de esta pandemia, que ha terminado de explotar en medio de la crisis mundial.
Avianca, la misma empresa que ha cometido miles de arbitrariedades contra el pasajero. Avianca, la misma que sancionó, estigmatizó y echó a los trabajadores que decidieron entrar en huelga. Avianca, la misma que utiliza paraísos fiscales (Panamá) para no tributar lo que debe.
No deja de resultar paradójico que se esté pensando en el rescate de una empresa internacional, mientras que las pequeñas y medianas empresas viven la angustia de no poder pagar obligaciones de menor cuantía como arriendo y servicios públicos; razón por la cual se verán obligados a cerrar sus emprendimientos, lo que conllevará a aumentar significativamente los altos índices de desempleo e informalidad en el país.
Quisiera creer que el esfuerzo del gobierno nacional por salvar esta empresa está basado en la necesidad de preservar los miles de empleos que genera Avianca. No obstante, existe un condicionante que es imposible pasar por alto. Es conocido el cargo que detenta la hermana del presidente, Iván Duque, quien es vicepresidente senior de la aerolínea. Un hecho que levanta muchas suspicacias, más aún cuando en Colombia estamos cansados de evidenciar cómo las acciones gubernamentales se dan en el marco del nepotismo y el amiguismo.
Hay mucha tela por cortar, pero se hace imperioso exigirle al gobierno nacional mayores y mejores garantías para quienes de verdad la pasan mal, y no son los que cotizan en bolsa. Se han hecho varias denuncias en donde se evidencia que la línea de créditos que se habilitó para las pymes no está en un funcionamiento adecuado, y, como siempre, la banca utiliza la crisis para hacer un festín.