El mundo se encuentra en pausa desde hace casi tres meses por culpa del COVID-19, cuyo comportamiento no es aún claro y posiblemente faltará bastante por escribir sobre él. Lo único cierto es que los resultados en esta pandemia han sido diferentes frente a las decisiones tomadas por cada país.
Sin embargo, surge una serie de preguntas: ¿por qué los resultados en los indicadores del COVID-19 son mejores en Colombia frente a otros países?, ¿cuáles fueron los determinantes de esas decisiones para esos efectos?, ¿por qué el virus es más mortífero en un país que en otro?
Partiendo de que las estadísticas tienen un grado de veracidad adecuado (90% de significancia y 10% de error). El virus ha tenido el siguiente comportamiento en Colombia en cuanto a su mortalidad: 3,2% de letalidad, más hombres (55,2%) que mujeres (44,8%), menos en menores de 60 años (26,6%) que mayores de 60 (73,4%), la mayoría tiene relación como mínimo con una comorbilidad en especial enfermedades crónicas y otras (INS).
Hay países que han tenido mejores resultados que Colombia en el ámbito americano como Costa Rica, Argentina, Cuba y otros de peor comportamiento como Brasil, Estados Unidos, Ecuador, entre otros. Digamos que a nuestro país hasta el momento le ha ido muy bien.
Existen muchas variables que pueden haber influenciado en un mejor comportamiento: cierre rápido de los aeropuertos internacionales y fronteras, uso obligatorio de mascarillas, medidas adecuadas de higiene, rastreo de contactos con herramientas digitales, distanciamiento social, acceso al agua, la atención primaria en salud, los factores medio ambientales entre otras o la sumatoria de todo ¡no se sabe a ciencia cierta que puede ser!, ¡cada país ha tenido su propia receta!
Lo cierto es que hay variables que posiblemente no tuvieron mayor influencia como si el país era desarrollado o en vía de desarrollo, si el sistema era universal o no, el porcentaje de inversión en salud entre otras.
Aún nos falta saber cómo se va a comportar el COVID-19 de aquí para adelante y como se va a desarrollar la inmunidad frente a posibles nuevas cepas o cambios del virus e indudablemente la inmunidad protectora que se pueda generar.
En conclusión, no existe un único enfoque que permita responder de manera efectiva a una situación actual en rápida evolución. Cada país se adaptó según sus capacidades. Probablemente en el futuro sabremos qué fue lo mejor que se realizó.