Luego de observar la gran gestión, realización y producción de los macroeventos musicales que enorgullecen a nuestra capital, ciudad creativa de la música (gran designación de la Unesco que solo poseen 5 ciudades en el mundo), y de ser testigo del gran disfrute del público capitalino en los macroconciertos de Rock Al Parque, Salsa al Parque, Hip Hop al Parque, Colombia al Parque, Opera al Parque, Jazz al Parque y el gran concierto de música popular en el pasado Festival de Verano, queda un gran y triste sinsabor en el sector de artistas y del público en Bogotá que ha mantenido viva la cultura y tradición de la música mariachi por más de 60 años en Colombia.
Contrario a lo que se nombra en los discursos de la Secretaría de Cultura (SCRD) y sus entidades adscritas (como Idarte e IDRD) en lo concerniente a gestión cultural y emprendimiento, sus planes, programas y proyectos dejan de lado y discriminan sistemáticamente el género y la música del mariachi desde años atrás, desincentivando así su consumo, que en la actualidad significa un ingreso de más de 195 mil millones al año al sector y gremio de artistas mariachi en Bogotá, produciendo más de 2.800 empleos directos y más de 1.000 indirectos, llegando a un público de más de 200 mil personas cada mes.
Sería de sabios mirar atrás y ver cómo ya se cometió el mismo error al descuidar la circulación y fomento en los géneros de música trío y orquestas de música tropical al estilo de la orquesta de Lucho Bermúdez, Pacho Galán y cientos de agrupaciones de ese estilo, lo cual hoy tiene a cientos de músicos desempleados y en condiciones de abandono al no tener parte en la seguridad social.
Seguiremos oyendo discursos loables en festivales del distrito, mientras desde las políticas públicas culturales (cumplidas a medias y sin pluralismo) se sigue justificando por qué el mariachi no amerita la misma atención que los demás géneros musicales, aunque sea este el que más utilidad, generación de empleo y emprendimiento apalanque en el distrito capital por medio del consumo de la música en vivo.
¡Qué viva la música en un distrito antimariachi!