Cada vez se va cerrando más el abanico de candidatos que aspiran a la alcaldía de Medellín. Ciudad donde las estructuras electorales de los partidos políticos tradicionales no son decisivas para “poner alcalde” ya que el voto de opinión (mayoritariamente de derecha) resulta fundamental para alzarse con el asiento de la segunda ciudad más importante del país. Un voto de opinión que no es exclusivamente uribista porque el fajardismo y la izquierda también cuentan con un capital de opinión (siendo el primero más grande) lo que se evidenció en los resultados de las pasadas elecciones presidenciales, especialmente en segunda vuelta.
Proponiendo un breve análisis voy a ubicar en el espectro político a los candidatos más opcionados: por la derecha godo-uribista a Alfredo Ramos, por el centro fajardista a Juan David Valderrama (así Fajardo diga que la candidata de su movimiento es Beatriz Rave) y por el centroizquierda a Daniel Quintero. A pesar de que hay otros candidatos en la carrera por la alcaldía, a partir de la fotografía del momento que arrojan los resultados de las recientes encuestas, la expectativa frente a posibles alianzas y el voz a voz que se siente en las calles, puedo concluir que entre alguno de los tres mencionados se encuentra el futuro alcalde de Medellín.
Un eventual bloque godo-uribista es el que pinta más fuerte porque podría agrupar la estructura electoral del Centro Democrático (actualmente con la bancada más grande en el Concejo), al continuista Santiago Gómez (el autodenominado candidato de “Fico”) y al recordado y desinflado estratega de la campaña “la gente saliera a votar verraca” Juan Carlos Vélez. A este bloque se podrían ir sumando progresivamente sectores del partido de la U, Cambio Radical y el liberalismo que demostraron en la pasada elección de 2015 que en el último tramo de la carrera se montan al caballo “ganador”.
Si el bloque godo-uribista no cuaja y cada candidato se va solo hasta el final (lo cual dudo), el voto de opinión uribista se podría dispersar entre Alfredo Ramos (los más uribista) y Santiago Gómez (los más cercanos al continuismo de “Fico”). Al igual que el voto de opinión de derecha no uribista se dispersaría entre Juan Carlos Vélez y Gómez. Escenario hipotético que favorecería a los candidatos independientes porque el enorme potencial del voto de derecha terminaría fracturado. Si Quintero logra crecer en la centroderecha (teniendo el respaldo de toda la izquierda) y araña apoyos en la opinión fajardista (sobreponiéndose a Valderrama) tendría muchas posibilidades de superar al candidato de la derecha.
Quintero lidera un movimiento por firmas denominado Independientes y busca abrirse espacio “por encima de los partidos” y en sectores de centroderecha. Se autodenomina como independiente y en su hoja de vida presenta su trayectoria como empresario y suele repetir que ha sido condecorado dos veces por el Ejército Nacional (para disipar cualquier temor castrochavista). Esto se debe al sambenito que sus contradictores le quieren poner a cargar como “el candidato de Petro” o de la extrema izquierda. Quintero fue el director general de la campaña presidencial de Humberto de la Calle, quien en primera vuelta sacó solo 26.112 votos en Medellín (Petro sacó 77.397), y en segunda vuelta apoyó como un activista más a Petro, quien registró 208.427 sufragios.
Si en los próximos meses se posiciona como el candidato independiente más viable podría sumar gran parte de los sectores que respaldaron a Petro en segunda vuelta (muchos fajardistas); sin embargo, esto no sería suficiente ya que tendría el enorme reto de crecer entre la centro-derecha (la fajardista y la derecha no uribista), abstencionistas, nuevos electores e indecisos. Solo con ese compás de crecimiento su aspiración será viable al apropiarse del centro no uribista para lo cual se está apoyando en una estrategia digital y territorial enfocada en visibilizar su perfil como candidato 2.0, la denuncia en las irregularidades del proyecto Hidroituango (cuyos costos tendrán que asumir los ciudadanos de a pie) y el desgaste del gobierno Duque (haciendo énfasis en sus decisiones impopulares). ¿Será suficiente?