Acabó por este año la fiesta más popular y culturalmente significativa de Colombia, nada más y nada menos que el Carnaval de Barranquilla una expresión popular, llena de tradición, creatividad, alegría donde el mamagallismo hace presencia en su más profundo sentido, es decir la tomadura de pelo, el sentido del humor se convierte en la expresión contundente del pueblo hacia lo que siente y le deja la vida cotidiana.
En estos cuatro días oficiales, música, danza, sátira, ironía, poesía tiene su espacio para no dejar títere con cabeza, es una expresión popular preñada de talento, imaginación donde el cuerpo se expresa y la palabra tiene presencia; a su modo, lo decía Isabel Rodríguez Vergara, citada por Daniel Samper Ospina:
“El humor carnavalesco imita a las formas propias de las fiestas populares, inspiradas en una filosofía patas arriba donde caben las transgresiones y las burlas a las autoridades, las befas a las ceremonias solemnes de la religión, la parodia caricaturesca del mundo ordenado y lineal. El humor del carnaval es el mundo al revés, que eleva lo terrenal –la escatología, los instintos– y rebaja lo oficialmente considerado sublime. El humor de carnaval vuelve jolgorio un entierro, como ocurre en Los funerales de la Mamá Grande, y se solaza en el sexo y las excreciones” https://www.revistacredencial.com/noticia/actualidad/gabo-el-mamagallista.
Esta expresión popular, netamente popular es mucho más que los eventos oficiales que la representan, ellos son la fachada: la Batalla de Flores, la Gran Parada de tradición y fantasía, el Festival de Orquesta, La Coronación de la Reina del Carnaval, el desfile de la 44 y la 17 , el Entierro de Joselito, la Guacherna -que se realiza un viernes antes de las fiestas- y otros eventos, son los vestidos de gala -unos netamente comerciales y, otros no- con los que se presenta la fiesta ante el mundo; pero el summum de esta fiesta se construye en el espacio vital barrial, donde el protagonista, el hacedor del carnaval y la gente del común y corriente en su interacción humana con el otro se prepara para vivirlo y gozarlo.
No es posible la transmisión de los valores culturales del Carnaval sin la presencia de la educación, donde la familia y la escuela juegan papel fundamental, la primera de manera espontanea la segunda de forma intencional.
La escuela como espacio vital, constructora de cultura ha jugado papel fundamental en la preservación de la tradición, da gusto ver a la ciudad los días previos al evento magno con desfiles de niños, jóvenes y adolescentes acompañados de sus padres, abuelos (as) derrochando distintos tipos de inteligencia, porque el carnaval es inteligencia, donde las inteligencias múltiples, tripartitas y emocional hacen presencia.
“Una inteligencia implica la habilidad necesaria para resolver problemas o para elaborar productos que son de importancia en un contexto cultural o una comunidad determinada” (Gardner, H. 1995, p. 25) Bajo este concepto se identifican las inteligencias múltiples: inteligencia musical, cinético-corporal, lógico-matemática, lingüística, espacial, interpersonal, intrapersonal.
Sternberg por su parte identifica las inteligencias tripartitas: Analítica, Creativa y Práctica. Hoy desde la neuroeducación se coloca en el plano educativo la inteligencia Emocional.
Es la escuela por medio de los procesos de educabilidad en donde hace presencia las nuevas generaciones de barranquilleros(as) la que tiene que garantizar de manera intencional la transmisión del legado cultural expresado en el Carnaval, que como cultura nos hace distintos a cualquier otro pueblo.
Los maestros (as) estamos en la obligación de desarrollar y valorar todas las inteligencias de nuestros estudiantes, no todos tienen los mismos talentos, habilidades, destrezas y capacidades, pretender estandarizar a los estudiantes para el desarrollo de una sola o dos inteligencias, es matar la esencia de la condición humana de ser únicos e irrepetibles, seres BIO-PSICO-SOCIO-NEURO-CULTURALES, donde la mente, el cerebro y la cultura se integran a la condición biológica y social del ser humano.
Transmitir el legado cultural a nuestras nuevas generaciones es potencializar en ellas las distintas inteligencias múltiples donde el cuerpo muchas veces habla y comunica más que las mismas palabras, donde la coreografía de un baile expresa más que un simple ejercicio geométrico, que realizado en un papel frío no dice nada, ni genera la emoción del ritmo y movimiento.
El Carnaval hace parte de la esencia del ser barranquillero; pero de igual forma, se convierte en un texto pretexto educativo para potencializar desde la misma niñez el amor por la tierra y el desarrollo de todas las inteligencias que posee el ser humano sin ningún tipo de condicionamiento de un sistema instrumentalizado que privilegia unos tipos de inteligencia por encima de otras.
Bienvenidos desde ya al Carnaval de Barranquilla, ¡Quien lo vive es quien lo goza!, y esa es inteligencia práctica.