Cuando se habla de las 20 maravillas del deporte mundial, la primera sin mayores discusiones es la gran proeza de Roger Bannister. El 6 de marzo de 1954 batió un récord que se consideraba imposible de romper, bajar de 4 minutos en la milla (1609 m). Aquella memorable tarde quien posteriormente sería un famoso y longevo neurocirujano se convirtió en el hombre que redefinió lo que el cuerpo humano puede lograr.
Para Colombia la primera gran proeza y su primera maravilla del deporte la alcanzó el legendario Martín Emilio Rodríguez, conocido en cualquier parte del planeta como 'Cochise'. Fue nuestro primer campeón del mundo el 27 de agosto de 1971 en Varese Italia al ganar la medalla de oro en los 4000 m persecución individual ante el suizo Joseph Fuchs. Antes había conseguido el récord mundial de la hora en Ciudad de México en 1970. Un año más tarde el segundo título orbital lo alcanzaría Pambelé en el boxeo.
Pero ese título mundial en ciclismo hace 48 años rompió en dos la historia del deporte colombiano. Será para siempre el momento más inolvidable. El país se paralizó por completo y vivió por cuenta del idolatrado Cochise, su momento de mayor orgullo patrio. Además, el ciclista nacional se convertía en el archifavorito para ganar la primera medalla de oro olímpica para Colombia en las justas de 1972 en Alemania.
Pero, la ‘mala leche’ y envidia de un colombiano, el barranquillero Edgar Senior, nos privaría de cumplir otro gran sueño por esos tiempos. Y todo sucedió cuando Cochise fue invitado a acompañar un evento ciclístico de un corredor danés en México. Este le prestó un uniforme y una bicicleta para entrenar. Por su fama de campeón del mundo hubo registro fotográfico y como el uniforme tenía una marca Senior lo acusó de profesionalismo.
Ante esto y las fotos el COI le impidió competir en lo JJOO – 72, donde estaba previsto que ganara de manera holgada. Por aquellos tiempos los juegos estaban reservados solo a deportistas aficionados. El país entero vivió una enorme frustración por cuenta de un mal compatriota. Cochise a raíz de semejante mal rato solo atinó a decir su más memorable frase: “En el país la gente se muere más de envidia que de cáncer”.
Egan, el indeformable de excepcionales condiciones
Casi 50 años después volvemos a vivir algo similar, la segunda maravilla del deporte colombiano y también por cuenta del ciclismo: ganar el Tour de Francia. Sin duda después del noble logro de Martín Emilio, por lo que en ese momento significó, ya que estos triunfos eran parte del puro sentimiento de todo un pueblo, el título del Tour de Francia es lo más grande logrado por el deporte colombiano, ya que es más que un campeonato mundial.
El menudo jovencito de 22 años Egan Bernal hace la historia más importante del deporte, al menos del Siglo XXI. Tiene un consumo máximo de oxígeno por encima del 80 ml/Kg/minuto, muy cercano al de Miguel Induraín, considerado el segundo mejor conocido en los anales de la ciencia después de un esquiador sueco. Su proporción de fibras musculares lentas y rápidas es una de las ideales a pesar de su contextura pequeña, pero eso le da una gran ventaja para tener la mejor economía de carrera. Es decir que produce suficiente energía en las altas demandas como en la montaña o en un esfuerzo individual de un a contrarreloj.
Pero además le favorece su jovial actitud que evita se produzcan de forma exagerada algunas hormonas y neurotransmisores que provocan estrés nocivo alterando el rendimiento físico. Es decir, su armonía fisiológica es hoy la ideal, bien aprovechada por el talento natural, la disciplina y el entrenamiento especializado. De la misma manera debe reconocerse que tiene un bue acompañamiento de equipo.
Cochise tenía 29 años cuando fue campeón del mundo en 1971, mientras Egan apenas despega en el ciclismo profesional. De allí que consideramos que perfectamente podría ganar dos, tres o más Tours.
Por esos tiempos era el presidente de la Republica, Misael Pastrana Borrero, quién saludó al corredor en vivo y en directo: “Usted le ha prestado un gran servicio al país, porque esos son los actos que le devuelven la fe en sus posibilidades”, dijo. El pedalista inmediatamente le pidió a Pastrana una casa, que el mandatario prometió. “¡Mmmm!, pero eso nunca llegó”, recuerda hoy. El trabajo del que venía era como mensajero de una farmacia, ya que el ciclismo no daba dinero. Además, había perdido a su padre poco después de nacer y con su madre desde niño debía trabajar para ayudar a sus hermanos.
Allí está la gran diferencia de méritos con respecto al deporte de altos logros de hoy, que si está muy bien remunerado y estimulado. Cochise le dio al país su más grande gloria deportiva, pero hoy con más de 70 años tiene que trabajar duro para mantenerse y ayudar a su familia. Mientras que, a los ciclistas profesionales de hoy, los adulan con jugosos contratos de miles de dólares.
De allí que estamos orgullosos, felices por el enorme logro del pequeño Egan Bernal, es mucho más que un campeonato del mundo, un triunfo de antología. Pero ello también debe llevarnos a no olvidar a esos campeones pasados, que lo fueron, apenas “por amor al arte”. Hoy la mayoría están en el ostracismo y la pobreza.
