Las protestas antirraciales en varias partes del mundo por la muerte de George Floyd, ocurrida el 25 de mayo en Mineápolis (Minnesota, Estados Unidos), han llevado a la vandalización de símbolos históricos. Así ha ocurrido con los monumentos a Cristóbal Colón, quien no conoció la esclavitud de los negros en América, ya que fueron traídos desde África muchos años después, pero no con personajes como Karl Marx, padre del comunismo totalitario, que, a pesar de haber hecho apología al racismo, no ha sido repudiado porque la historia ha sido injusta.
En julio de 1862, en una carta dirigida a Federico Engels, refiriéndose a su rival político Ferdinand Lasalle, Marx llegó a afirmar lo siguiente: “Para mí está completamente claro ahora, como lo prueba la forma de su cráneo y su pelo, que desciende de los negros de Egipto, suponiendo que su madre o su abuela no se mezclaron con la negrada. Esta unión de judaísmo y germanismo sobre una base negra tiene que producir un producto peculiar. La perturbación del colega es asimétrica, propia de la negrada”.
Frente a esas palabras, más ante la presente situación de Colombia, tenemos que decir que, antes de pronunciarse sobre las reivindicaciones de las negritudes, los seguidores del esperpento marxista primero deberían renegar de la estafa comunista, porque no es posible seguir a un “maestro” que se refiere en esos términos a un grupo humano tan respetable. No obstante, el mensaje también debe focalizarse para los idiotas útiles del comunismo y por supuesto para los otros mamertos que se disfrazan con diferentes partidos y movimientos, dado que saben que si se muestran como son no pueden engañar a la ciudadanía.
Y eso no es todo. Marx apoyó la esclavitud de los negros en Estados Unidos, de hecho afirmó: “Hacer desaparecer la esclavitud equivaldría a borrar a Norteamérica del mapa del mundo. La esclavitud es una categoría económica y por eso se observa en cada nación desde que el mundo es mundo”. Esto se lo dice Marx a Paul Annenkov en una carta del 28 de diciembre de 1846. Semejantes palabras inhumanas tienen que ser rechazadas sin atenuantes, no solo por su carácter racista, sino porque las enseñanzas de Marx propiciaron el genocidio más grande conocido en la historia, como ha sido el de los regímenes comunistas (desde 1917 hasta nuestros días), en donde han sido asesinados más de ciento cuarenta millones de seres humanos (dentro de los que desde luego están los crímenes de las bandas armadas de Farc y el Eln).
Acá cabe anotar también que Federico Engels compartió gran parte de la filosofía racial de Marx. Incluso, en 1887, escribiendo sobre Paul Lafargue (yerno cubano de Marx), afirmó “un octavo o doceavo de sangre de negrazo” y agregó “al estar en su calidad de negro, un paso más cerca del reino animal que del resto de nosotros”. Hay que recordar que Engels fue el compañero de Marx en su empresa del comunismo totalitario, en consecuencia, el carácter racista de esa doctrina lo tiene impregnado desde sus orígenes.
Por otro lado, tampoco se puede pasar por alto el desprecio que Marx tenía hacia Latinoamérica, no solo ultrajando al libertador Bolívar en una biografía publicada en 1858, sino también ofendiendo al pueblo mexicano con las siguientes palabras: “¿Es acaso infortunado que la magnífica California fuera quitada a los vagos mexicanos que no sabían qué hacer con ella?". En atención a lo cual un latinoamericano que siga abierta o soterradamente los dogmas marxistas tiene que ser muy masoquista y testarudo.
Sin embargo, para tristeza de la inteligencia de la región, en casi todos los países hay partidos comunistas, con la ñapa de que además existen varios grupos marxistas camuflados que llegan a afirmar para despistar a los cándidos “que el comunismo no existe”, aunque siguen con sus intenciones totalitarias para llevar a nuestros pueblos a la esclavitud política, cuyo modelo es el de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Por lo dicho anteriormente, no se entiende bajo qué parámetros se vandalizan y se tumban las estatuas e iconos en homenaje a Cristóbal Colón, mientras que el respeto supersticioso por el señor Marx, un racista sin discusión, sigue incólume, como si los fetiches del materialismo histórico y la inevitabilidad todavía fueran intocables. Además, no solo Colón ha sido vandalizado, sino también Miguel de Cervantes Saavedra... Eso sin contar con que en algunas universidades de muchos pergaminos se han vetado cátedras de personajes que supuestamente eran racistas, pero no las del señor Marx.
En fin, los asaltos a símbolos de figuras históricas a los que no se les conoció el racismo deberían de tener una explicación lógica, en vista de que toda la situación de sabotaje desde el asesinato de George Floyd se enfoca en contra de la cultura occidental y no en un rechazo a las posiciones racistas como las que esbozaba Karl Marx. Acá hay que subrayar que uno de los máximos exponentes del marxismo cultural, Antonio Gramsci, dijo: “La conquista del poder cultural es previa a la conquista del poder político”. Es decir, según el comunista italiano, es necesario infiltrar a todos los medios de comunicación, expresión y universidades...
Así queda claro que es injusto ser iconoclasta ante Cristóbal Colón, pero mirar para otro lado en lo referente a Marx, a quien le rinden homenajes con estatuas, pinturas, cuadros y demás; llamando poderosamente la atención que en algunos sindicatos en Colombia todavía conservan los cuadros del señor Marx y de Engels, olvidándose de la condición racista de esos dos señores.