Desde que comenzó a tomar decisiones estúpidas, no me he cansado de decirlo a los cuatro vientos; lamentablemente pocos opinan o intervienen, a favor o en contra, de esos comentarios. Sin embargo, como todo cae por su peso, veo que no estoy nadando contra la corriente. De hecho, ni siquiera es nada personal en contra del alcalde.
Es la sangre que te hierve cuando analizas todo el contexto de la situación y te sometes al encierro por cien días porque eres consciente del virus y haces de tripas corazón para sobrevivir, a pesar de que no recibes las "supuestas" ayudas del gobierno (local o nacional) ni estás en ninguna lista de mayores, jóvenes en acción, familias en acción, devolución del IVA, ingreso solidario, etcétera (te sostienes apenas distribuyendo una libra de arroz en doce porciones, una lata de atún rallado de $2.000 en las mismas proporciones y un litro de agua con un limón exprimido para todo el día, si acaso).
No te dejan trabajar, te limitan las salidas, te ponen toque de queda, ley seca, pico y cédula, y pico y género, te cambian cada ocho días el dígito autorizado para salir, te descontrolan tu vida, te la manejan y, sin embargo, no ves avances. Vamos para atrás como el cangrejo. Somos el hazmerreír del mundo entero.
Entonces, retomando lo que creía que era una lucha contra molinos de viento, he visto ya varios comentarios en medios como El Heraldo y Las2Orillas en donde se plasma la realidad de Barranquilla y la vergüenza de alcaldía que tenemos. Lo único en lo que difiero un poco es que Alex Char no es culpable de este desastre solo por haber postulado al actual alcalde para el cargo. Simplemente, como era su sombra, no nos dimos cuenta de su incapacidad gerencial y falta de liderazgo, porque el mismo Alex brillaba tanto en su administración que anulaba u obnubilaba a este individuo.
Nunca esperamos una pandemia, por lo que no es del todo justo culpar a la pasada administración por ello. Sí, hubo errores como en toda gestión, por acción u omisión, pero no creo haya sido de mala intención. Char nos sacó del anonimato y del ostracismo, también nos dio luz propia. Con él Barranquilla surgió ante el mundo como una ciudad próspera y pujante, como lo fue hace muchos años. Que tenga poder y que sea dueño de las Olímpicas, ¿qué nos importa? Su familia ha sido luchadora, ha visto oportunidades y las ha tomado. Si ellos llegaron y se hicieron aquí, ¿por qué nosotros no tuvimos esa visión hace años? La envidia corroe al ser humano y no puede ver triunfar a otros.
Que la política trae corrupción, lo sabemos, lo aceptamos y lo cohonestamos, ¿entonces de qué nos quejamos? Veamos lo bueno y sigamos adelante.
