No sorprenden los últimos acontecimientos en el país, el Estado colombiano, como instituciones de la clase dominante cumplen el papel de explotar y oprimir a las clases populares, mientras desangran al país y entregan la soberanía.
En los últimos días y luego del Encuentro Hemisférico “Antiterrorista”, con presencia de lagartos internacionales, el país sigue de mal en peor.
El gremio del sector financiero, la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), propuso la eliminación de las cajas de compensación y dejar de pagar los exiguos intereses que generan los ahorros de las cesantías. Buscan que los sangrones bancos acumulen más capital a costa del sudor de los trabajadores, poniendo a “rentar” el dinero ahorrado por estos. Duque, públicamente “rechaza” la propuesta, el Ministerio de Hacienda dice que hay que estudiarla, pero Duque no gobierna.
Para-militares al servicio del mejor postor
Los paramilitares, fuerza de choque que hace el trabajo sucio de la oligarquía y que el ejército procura no hacer (aunque a veces lo haga), tienen en confinamiento a poblaciones en Cauca, Chocó, y Antioquia donde realizaron masacres. Ni la presencia de las Fuerzas de Tarea Apolo, Aquiles y Titán del ejército, los han podido (¿o no han querido?) contener. Duque fue hace 10 días al sur de Córdoba y menos de una semana después de la visita se presentaron atentados contra civiles en San José de Uré y Caucasia.
Es común que los defensores de las fuerzas militares en el país afirmen que el ejército es una de las instituciones más respetadas por los colombianos. Que, si bien hay crímenes, son “responsabilidades individuales” y que han cumplido a cabalidad su “misión institucional”. ¿Cómo es posible, señores militares, que lleguen decenas de militares gringos a sus bases, hagan sus propias instalaciones y los manden?, ¿Es parte de la misión de las “fuerzas armadas” ser serviles a los norteamericanos? ¿No hay en este país militares “patriotas”?
La derecha arremete e ignora
Más allá de las actuaciones permisivas con el paramilitarismo, explotadoras con los trabajadores y serviles con el imperialismo, la peor cara del gobierno nacional ha sido la indolencia y mutismo con el que ha manejado las movilizaciones del Paro Nacional.
El 21 de enero se retomaron las calles. La represión, camuflada bajo “protocolo” en la ciudad de Bogotá, fue constante. En más de 100 ciudades del país la gente se hizo sentir, la respuesta del gobierno, además de escudarse en la “conversación nacional”, fue la sordera.
El subpresidente, en tertulias con Pompeo, el autoproclamado Guaidó y otros rufianes de la derecha continental, se burlan del pueblo colombiano. El descaro de Duque lo llevó a viajar, al Foro de Davos, demostrando que no le interesan las exigencias de los trabajadores del país.
El poder de la clase popular no está en elegir cada determinado tiempo a sus verdugos, la verdadera fuerza de los trabajadores está en su número y en la capacidad de parar la producción. ¡Pasemos de las movilizaciones al Paro Nacional indefinido!