Por qué crear un nuevo lenguaje en el espacio virtual

Por qué crear un nuevo lenguaje en el espacio virtual

La educación virtual requiere de nuevas maneras de relacionarnos con los estudiantes, de nuevas formas de oralidad y de escritura que mejoren el aprendizaje

Por: Claudia Sumoza Alfaro
agosto 17, 2021
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Por qué crear un nuevo lenguaje en el espacio virtual

Los parámetros que definen el futuro de las nuevas generaciones confluyen en la transmisión científica, sensorial, tecnológica, lingüística, funcional y, sobre todo, social de los diversos saberes científicos desde la academia, dado que coadyuva a construir modelos pedagógicos más humanos y sostenibles que respondan a las necesidades de la sociedad actual.

Hoy por hoy, la creación constante de oportunidades de aprendizaje marcará la diferencia entre un docente y otro, los recursos dispuestos para tal fin y las herramientas pertinentes en función de esas necesidades. De manera que el profesor constantemente debe cuestionar cuán asociadas están las necesidades de sus educandos con los objetivos prediseñados de su propia formación.

Tras la pandemia producida por la covid-19, el fracaso en la enseñanza de la oralidad y escritura en el aula virtual corresponde a un declive social más que a uno lingüístico, por lo que debe entenderse primero el entorno cultural para entender el por qué estas competencias comunicativas necesitan ser transformadas y, por ende, reivindicadas a fin de construir modelos pedagógicos comunicativos más humanos y sostenibles.

En ese sentido, cabe resaltar que una adecuada identificación de las necesidades actuales que presentan los estudiantes en el aula virtual nos permite definir el alcance de estas competencias comunicativas de los estudiantes en diferentes escenarios de aprendizaje. De ahí cuán importante que los especialistas académicos fomenten la unión de esfuerzos para recurrir al diálogo crítico-reflexivo durante las sesiones virtuales como una estrategia transversal que permita lograr la calidad en cualquier acto educativo, pese a la diversificación de los propósitos específicos de formación que hoy abundan.

Con el salto a la virtualidad, en palabras de Martín Barbero (2002), es vital comprender —y enseñar a entender— que los saberes en el siglo XXI se imparten para una comunidad tecno-comunicativa mediante modalidades de aprendizaje que se alejan de la escuela tradicional dado que el diálogo crítico-reflexivo es a su vez una herramienta de negociación intercomunicativa y plataforma del conocimiento científico y tecnológico.

Lo anterior implica que el recibo de la virtualidad y, por consiguiente, de su diáspora disciplinar, hace que se luche con la polisemia de los saberes para las generaciones de estudiantes de hoy y mañana. Conviene subrayar que Habermas (1981) sí supo a cabalidad sobre este fenómeno mediante la Teoría de Acción Comunicativa (TAC) como fundamento para construir las relaciones interpersonales en cualquier campo.

Por esto es indispensable la comunicación recíproca, es decir, una interacción hablante-oyente, oyente-hablante. Justo esto es lo que debemos priorizar en todas las plataformas virtuales de enseñanza. Adicionalmente, la argumentación de los puntos de vista conducirá por lógica natural a acuerdos o desacuerdos.

Sin embargo, sea cual sea el resultado, la acción comunicativa facilitará mayores investigaciones científicas y generación de nuevo conocimiento. De esta forma, la sociedad misma exigirá a la academia nuevos retos de formación comunicativa, en que los sujetos de aprendizaje sean actores de responsabilidad social, cultural, lingüística y de tolerancia ante las diversidades propias del nuevo milenio, en especial en contextos de conflicto estudiantil en el aula virtual.

Aunque si bien es cierto que el espectro colombiano en cuanto a la adquisición, dominio y manejo de competencias comunicativas orales y escritas aún es bastante precario, estas dificultades visibilizarán y obligarán a la reforma de currículos virtuales a fin de ayudar a los estudiantes a una construcción más asertiva de su identidad social y que identifiquen una visión metacognitiva de sí mismos, desarrollen formas personalizadas de comunicación y una autoestructuración de los contenidos adquiridos.

De manera análoga, intervenciones docentes en el aula virtual mediante diálogo crítico-reflexivo serán cada vez más necesarias; estas apuntarán al logro adecuado del ejercicio pedagógico mediante mejores formas de sensibilización, participación y visión del mundo y no únicamente a un elegante artilugio de clases e interés particular. De ahí que se acentúen los avances, se ensalcen los buenos resultados, teniendo en cuenta que el aprendizaje desde la realidad virtual es más personalizante y emerge en función del “contexto de situación”.

Por tanto, la manera en que la oralidad y la escritura deben ser transformadas requiere de un cambio sustancial en las instituciones educativas desde su concepto y concepción. No obstante, este cambio no debe ser reducido a transformar o reestructurar las prácticas para cumplimiento de indicadores de logros o finalización mas inmediata de contenidos académicos. El cambio debe ser social, cognoscitivo, psíquico y, por supuesto, pedagógico. Como resultado, los individuos pensarán libremente y su pensamiento se reflejará mediante el lenguaje.

A no ser que exista una carencia total informativa del uso de las TIC, los estudiantes deberán recibir estímulo constante para que piensen por sí mismos y se expresen de manera oral y escrita, justificando sus propias opiniones y creencias, consiguiendo que todos se escuchen mutuamente. Razón por la cual, la tecnología y la comunicación deben unirse para convertirse en herramientas estructurales de expresión y densificación, no de alejamiento, violencia ni mucho menos de vulneración de dignidades humanas.

Por todo esto, el diálogo crítico-reflexivo alimentará una atmósfera de creatividad y espontaneidad entre la interacción maestro-estudiante, ya que balancea las estrategias pedagógicas, el desarrollo de los contenidos y las vivencias sociales de los educandos en el marco de aprendizajes significativos. Es urgente entonces, desde el rol docente, apoyar los cuestionamientos de los alumnos, no castigar el error y el avance propositivo espontáneo, no pretender jamás que todo se dé por sentado y no seguir limitándonos a paradigmas que en la educación presencial arrojaron resultados poco provechosos

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