¿Por qué Comunes no está en las listas al Congreso del Pacto Histórico?

¿Por qué Comunes no está en las listas al Congreso del Pacto Histórico?

Aunque desde lo jurídico se justifica que Comunes no sea integrado al Pacto histórico, desde lo programático e identitario podría hacerlo. ¿Por qué no?

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
diciembre 13, 2021
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¿Por qué Comunes no está en las listas al Congreso del Pacto Histórico?
Fotos: Twitter/Leonel Cordero

En la “conversación de país” entre los presidenciables del Pacto Histórico le correspondió a Roy Barreras –férreo defensor del acuerdo de paz– responder a la pregunta: ¿por qué el partido Comunes no forma parte del Pacto Histórico? Roy, sin inmutarse, respondió: “Ellos ya tienen sus curules aseguradas”. Dentro de las fuerzas que integran el Pacto Histórico esa respuesta se ha venido estandarizando cuando se torna necesario argumentar sobre la no inclusión del logo de Comunes en el mosaico de siglas que adornan las listas a Cámara y Senado del Pacto; sin embargo, es una respuesta frágil que no dice mucho, pues efectivamente apela a una realidad jurídica, pero no refleja a profundidad los motivos por los cuales los Comunes fueron excluidos de la estrategia electoral del Pacto de cara a 2022.

De curules fijas y planeación electoral

En virtud del acuerdo de paz el partido Comunes tiene aseguradas diez curules en el capitolio, cinco en Cámara y cinco en Senado; es decir, su participación en el próximo Congreso está constitucionalmente garantizada por segunda y última vez; no obstante, los Comunes se deben presentar a elecciones y hacer efectiva en stricto sensu la financiación excepcional otorgada por el acuerdo en el ítem sobre reincorporación política –equivalente al 10 % del tope establecido por el Consejo Nacional Electoral para un listado al Senado–. Independientemente de sus resultados, el cociente electoral, el umbral o el ingreso a la cifra repartidora, las cabezas de lista en Cámara y los primeros cinco renglones de la lista al Senado, sí o sí, serán congresistas.

Eso sí, si el partido rompe el techo de su votación nacional –estimada en 52.532 votos– y aumenta significativamente su votación en las circunscripciones territoriales (Antioquia, Atlántico, Valle, Santander y Bogotá), bien podría sumar escaños adicionales. Sin embargo, ese escenario se considera inviable desde las proyecciones de su debut electoral en 2018 y a partir del estimativo de los resultados obtenidos por sus candidatos en las elecciones locales de 2019 (para sumar un sexto senador deberían superar los 520.000 votos). En el mejor de los casos, los resultados de los Comunes resultarán favorables para consolidar el crecimiento de su curva electoral en algunos departamentos y fortalecer su plataforma programática de cara a las elecciones locales de 2023.

Ahora bien, teniendo claro ese panorama, surge la siguiente pregunta: ¿las curules fijas inhabilitan a los Comunes para integrar listas en coalición como las del Pacto Histórico?

Antes de responder a esa pregunta, quisiera argumentar por qué el partido Comunes, desde una perspectiva programática e identitaria, se integra a las principales reivindicaciones del Pacto Histórico.

Un hijo del acuerdo de paz

A Comunes se le ha intentado reducir en el imaginario colectivo como el “partido de los exguerrilleros”; sin embargo, esa es una apreciación bastante limitada, ya que, aunque su principal base organizativa e instancias de dirección se encuentran integradas por excombatientes, el partido ha venido ampliando su programa, así como la cantidad de militantes y simpatizantes, con la intención de sumar adeptos en sectores afines a la defensa de la paz (como activistas, académicos y movimientos sociales) o con agendas reivindicativas específicas, como el colectivo LGTBI, las mujeres, los jóvenes y las minorías étnicas.

De ese relacionamiento da cuenta el despliegue territorial y las votaciones de sus congresistas, caracterizándose por conformar una bancada organizada; con una línea progresista, anti-fracking, anti-glifosato, animalista, garante de los derechos de las minorías y el campesinado.

Es claro que los Comunes tienen plena relación programática con los principios identitarios del Pacto Histórico –creería que su única diferencia se encuentra en la visión de la política exterior en relación con Venezuela y Nicaragua–; inclusive, se han articulado disciplinadamente a la bancada propaz de la que forma parte Colombia Humana, Mais y el Polo, pues son los garantes políticos en la defensa del acuerdo. Y aunque es una colectividad bastante joven y enmarcada en un periodo de transición, su participación en el sistema político sacudió los cimientos de la sociedad colombiana.

No hay que pasar por alto que Comunes es un hijo legítimo del acuerdo de paz –como lo es el Estatuto de la Oposición, la Comisión de la Verdad o la JEP– y su inclusión en el sistema de partidos –tras medio siglo de violencia política y millares de víctimas– representó uno de los episodios más importantes en la historia del país. El acontecimiento político más importante desde la Constitución. Sin el desarme de las Farc-EP difícilmente la izquierda estuviera viviendo el actual momento de florecimiento y vocación de poder.

Momento en el cual Comunes, vuelvo a repetir, encuentra plena armonía con los principales planteamientos del Pacto, y ya que Petro insiste en que su principal objetivo, en su estrategia de sumar “diferentes” cuando defendió el eventual aterrizaje de Luis Pérez a la coalición, es alcanzar una “era de paz”, pues no tiene mucho sentido que un partido nacido precisamente del acuerdo de paz, conformado por quienes dejaron las armas, miles de personas convencidas de la reconciliación aún en medio de infinidad de incumplimientos y resistiendo a un genocidio que ha cobrado la vida de 296 exguerrilleros, sea deliberadamente excluido.

Una cuestión de pragmatismo

Esa exclusión de Comunes, anunciada por Petro en su entrevista en el podcast A fondo de María Jimena Duzán y ratificada por Roy en el conversatorio de Caracol y LaSillaVacia, es interpretada desde dos ángulos.

Por un lado y para responder a la anterior pregunta, el partido no está inhabilitado para integrar listados en coalición, así que aquello de que no están en el Pacto porque “ya tienen sus curules aseguradas” resulta siendo más bien una excusa; lo cierto es que si Comunes integra una lista en coalición los candidatos que avale –mínimo cinco en Senado y cinco en las circunscripciones priorizadas a Cámara– podrían conllevar a que la lista termine asegurando menos escaños dado que los aspirantes del partido pasarían a ser considerados por la Registraduría como candidatos ordinarios debido a que la lista por la que se presentaron superó el umbral e ingresó en propiedad a la cifra repartidora.

Por ejemplo, voy a plantear un caso hipotético: Comunes integra la lista al Senado del Pacto y está saca 1 millón de votos, con esa votación le alcanzaría para ingresar cerca de ocho senadores, los cinco avalados por Comunes y tres de otras fuerzas –asumiendo que los cinco de Comunes sean los primeros renglones de la lista cerrada–; sin embargo, en ese mismo escenario y sin Comunes en la lista, los ochos senadores elegidos serían de distintas fuerzas. Es decir, tener a Comunes en la lista afectaría especialmente las cuentas del Pacto, pero no necesariamente a Comunes, ya que su lista, presentada en solitario y así saque mil votos, igual tiene las cinco curules aseguradas.

Por eso, el senador Gustavo Bolívar afirmó que Comunes ya está en el 55/87 (la estrategia del Pacto para renovar el Congreso).

Por otro lado, la exclusión a los Comunes también obedece a una cuestión de mero pragmatismo electoral, pues un partido con un capital tasado en 52.532 votos, sin despliegue territorial en cuanto a concejales, diputados, alcaldes o gobernadores, no resulta “atractivo” en términos cuantitativos, el comentario más frecuente entre algunos sectores del Pacto es que Comunes “no tiene votos” y no suma (son los mismos que creen que Luis Pérez podrá endosar los 819.389 votos con los que llegó a la Gobernación de Antioquia en 2015). Un razonamiento superficial que no considera la relevancia histórica de un partido que nació de un proceso de paz que transformó la historia del país.

Para otros, más preocupados por la coyuntura, el logo de Comunes podría ser un “lastre” y atizaría los ataques de la derecha y el uribismo, especialmente de candidatos como Federico Gutiérrez y David Barguil, con pocas propuestas y más empeñados en reeditar el ambiente posplebisicitario que caracterizó la contienda electoral del 2018.

Más allá de esas apreciaciones, los Comunes siguen adelante en su proceso de integración política, defendiendo el acuerdo de paz y acercándose a los sectores ciudadanos, con la expectativa de sobrevivir a la transición (en 2026 no tendrán curules fijas) y ser partícipes de un gobierno que recupere la centralidad de la paz. No dudo de que ahí estarán en primera fila, así por el momento, y bajo circunstancias más pragmáticas que programáticas, se encuentren excluidos.

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