El cambio social, entendido como la transformación de las estructuras sociales, culturales, políticas, las relaciones de poder, las normas y valores de una sociedad es un proceso complejo y multifacético, que ha sido objeto de estudio por parte de diversos filósofos, sociólogos y pensadores a lo largo de la historia. En el siglo XXI, América Latina y el mundo se encuentran en un contexto de profundos cambios sociales impulsados por diversas fuerzas políticas. El ascenso de nuevos movimientos sociales, la crisis del neoliberalismo, el auge de las redes sociales y la polarización política son solo algunos de los fenómenos que han marcado este período.
El concepto de cambio ha sido una preocupación central de la filosofía desde sus inicios. En el mundo antiguo, filósofos como Heráclito, Parménides, Anaximandro, Empédocles y Platón se ocuparon de esta cuestión, ofreciendo diferentes perspectivas sobre la naturaleza del cambio y su papel en el universo. Para Heráclito, el cambio era la esencia misma de la realidad. La famosa frase "panta rhei" (todo fluye) y, que "no te bañarás dos veces en el mismo río," resume su visión del mundo como un proceso incesante de transformación.
El cambio no era algo accidental o superficial, sino una fuerza fundamental que gobernaba el universo. Heráclito veía el mundo como una lucha de opuestos, como el fuego y el agua, la guerra y la paz, la luz y la oscuridad, hasta el neoliberalismo y las fuerzas progresistas en el mundo actual. Estos opuestos se transformaban constantemente uno en otro, marcando el péndulo de la historia, creando un equilibrio dinámico. El cambio era a la vez fuente de conflicto y, lo sigue siendo en la actualidad, y de armonía.
En contraste con Heráclito, Parménides sostenía que el cambio es una ilusión; curiosa coincidencia con la percepción de algunos profesionales e intelectuales al servicio del Estado y población sin formación ideológica y política.
Anaximandro concebía el cambio como un proceso cíclico. Afirmaba que el arché, o principio fundamental del universo, es una sustancia indeterminada (ápeiron) que se transforma en diferentes elementos a través de un proceso de condensación y rarefacción. Empédocles también defendía una visión cíclica del cambio. Según él, el universo está compuesto por cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) que se combinan y separan en un ciclo eterno de amor y odio.
Las ideas de los pensadores del mundo antiguo sobre el cambio han tenido una profunda influencia en la historia de la filosofía. Su legado continúa siendo relevante para las discusiones contemporáneas sobre la naturaleza de la realidad, el tiempo, el movimiento y la estructura del Estado contemporáneo.
En la era moderna para Zygmunt Bauman, la sociedad actual, caracterizada por la fluidez y la incertidumbre, se encuentra en un estado de "modernidad líquida" (2000). En este contexto, el cambio social se vuelve constante y efímero, lo que dificulta la construcción de proyectos colectivos a largo plazo y menos susceptible de ser planificado o controlado. También advierte este autor sobre los peligros de la "liquidez", como la individualización, la fragmentación social que deviene en una "red líquida" donde las relaciones son frágiles y temporales.
Otra voz, la de Hannah Arendt (1998) define la acción como la capacidad humana de iniciar algo nuevo y de intervenir en el mundo. Para ella, el cambio social es producto de la acción política, que se lleva a cabo en el espacio público a través del diálogo y la deliberación con la participación activa de los ciudadanos. Arendt critica la idea de una revolución totalitaria y defiende la importancia de la libertad individual y la pluralidad en el proceso de cambio social.
La acción política en Colombia, a diferencia del planteamiento de Arendt, es fragmentaria, sin argumentos, ataques al sujeto en lugar del análisis crítico del hecho evocando la pertinencia del poema de Bertolt Brecht «Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde»
Byung-Chul Han, analiza la sociedad actual como una "sociedad del cansancio"(2015), donde la autoexplotación y la positividad a ultranza impiden la crítica y la rebeldía. Para Han, el cambio social debe comenzar por un cambio en la subjetividad individual, por la liberación del imperativo del rendimiento y la positividad. Solo así se podrá crear un espacio para la crítica, la reflexión y la acción colectiva. Este filósofo surcoreano agrega que la sociedad actual, caracterizada por la hiperconectividad, la autoexplotación y la positividad a ultranza, dificulta la posibilidad de una revolución.
Axel Honneth, propone una teoría del reconocimiento (1997) como base para el cambio social. Según él, la lucha por el reconocimiento de las necesidades y capacidades de todos los individuos es el motor que impulsa la justicia social. Para este filósofo Alemán, la lucha por el reconocimiento social por parte de grupos excluidos o marginados es un motor fundamental del cambio. El desarrollo de una "moral del reconocimiento" es clave para una sociedad justa e igualitaria.
El estudio del cambio social, epistemológicamente, requiere de un enfoque interdisciplinario que combine perspectivas de la sociología, la psicología, la economía, la historia y otras disciplinas; es desde esta orilla que el gobierno Petro debe orquestar la estrategia comunicacional para hacer de la pedagogía sobre el cambio social un campo de batalla por la conquista de las mentes de los colombianos. Desde el punto de vista ontológico, la naturaleza del cambio social es objeto de debate. Algunos autores lo conciben como un proceso gradual y evolutivo, mientras que otros lo ven como un proceso más abrupto y revolucionario.
Los aportes de Han para el debate y diálogo social, que impiden que la población civil colombiana como grupo mayoritario y la clase política y empresarial como elite se resistan apropiar la esperanza del cambio de Gustavo Petro inicia con el imperativo del rendimiento, pues la sociedad actual nos exige estar constantemente activos, produciendo, consumiendo y aportando al rendimiento.
Esta presión, bajo el discurso neoliberal de la positividad a ultranza y el ser auténtico, internalizada por el individuo debilita la solidaridad y el sentimiento de comunidad, esenciales para cualquier movimiento revolucionario generando un estado narcisista de autoexplotación que agota la psique y limita la capacidad de crítica y rebeldía que nos vuelve dóciles impidiendo la acción colectiva, para describir, analizar y defender las propuestas estructurales de la salud, la educación, la pensional, la del trabajo desde los hogares, la academia, los sindicatos y los comités barriales.
Un segundo aporte se ubica en la categoría de la vigilancia y el control constante de la población a través del Big Brother digital el cual nos inunda de entretenimiento y banalidades – bajo el aforismo secular de Pan y Circo para el pueblo - que nos distrae de los problemas reales y nos mantiene en un estado de pasividad e indiferencia frente a lo público, vale decir, los intereses colectivos. Esto limita más que la libertad de expresión la libertad de pensamiento, asociación, y dificulta la organización de movimientos alternativos al statu quo sempiterno, pletórico de desigualdades desde un imperfecto pasado.
Un tercer aporte es el miedo a perder el trabajo, la posición o la aprobación sociales nos vuelve conservadores y temerosos del cambio. Nuestra ortodoxia, en palabras de Irene Vallejo (2018) es la inconsciencia que se pelea con el pensar, sin pensar, el pensamiento deja de fluir y sin fluidez, decía Heráclito, la realidad se torna estática.
En correlato a los miedos en la sociedad colombiana, las utopías planteadas por el alto gobierno como el tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla, Producción de Hidrógeno verde en el Charco Nariño, Aeropuerto Internacional en la alta Guajira y 50 universidades públicas en zonas rurales, son calificadas como “locuras” o con adjetivos como “antiplan de desarrollo” publicada en la cuenta de X el 27 de enero (Alejandro Gaviria).
Byung-Chul Han plantea que el dinero juega un papel fundamental en la perpetuación del sistema actual. El salario, especialmente el de los intelectuales al servicio del Estado, se convierte en un mecanismo de control y cooptación.
El salario funciona como un incentivo para que los individuos se autoexploten, trabajando largas horas y sacrificando su bienestar personal en aras de la productividad y el rendimiento. Ahora, como mecanismo de control el Estado a través del salario, puede determinar qué tipo de conocimiento se produce y qué ideas se difunden, v. gr, diseño e implementación de currículos tipo sastre. De esta manera, se asegura de que la intelectualidad sirva a sus intereses.
El salario que reciben los intelectuales y funcionarios del Estado puede convertirlos en servidores del sistema, en lugar de críticos de éste. La dependencia económica del Estado puede limitar su independencia y capacidad de disidencia y movilización que frenan la esperanza de cambio en un país como el colombiano que a junio de 2023 cuenta con 1.324.866 servidores públicos, de los cuales 333.633 son docentes (funcionpublica.gov.co).
Para romper con este ciclo, Han propone una revalorización del trabajo intelectual que no esté basada en el salario. Sugiere que la intelectualidad debe buscar la independencia económica y política del Estado para poder ejercer su función crítica de forma libre, autónoma y de acción liberadora al estilo del recluso que rompe las ataduras en el mito de la caverna de Platón y se aventura a salir de la cueva, rumbo al mundo que se extiende más allá de las hipnóticas proyecciones abandonando los prejuicios para mirar la realidad cara a cara configurando lo que debería ser un proceso educativo critico (El infinito en un junco, Vallejo. Irene).
El pueblo colombiano inmerso en el siglo XXI asiste a la crisis del Neoliberalismo como fuerza política dominante en las últimas décadas, ha impulsado cambios en las políticas económicas y sociales que han generado desigualdad social, concentración de la riqueza y precarización del trabajo. En respuesta, han surgido movimientos sociales y políticos que buscan revertir estas tendencias y construir sociedades más justas e igualitarias.
Los movimientos sociales, como el movimiento feminista, el movimiento indígena, el movimiento ambientalista y los movimientos por la justicia social han sido protagonistas de importantes cambios sociales en los últimos años. Estos movimientos han desafiado el statu quo logrando avances en materia de derechos humanos, igualdad de género, protección del medio ambiente y justicia social.
El populismo, desde cualquier orilla ideológica, como fenómeno político en auge, ha capitalizado el descontento social con las políticas neoliberales y la falta de respuesta de los gobiernos tradicionales. Los líderes populistas ofrecen soluciones simplistas a problemas complejos y apelan a las emociones y al nacionalismo con tintes xenófobos y racistas, al mejor estilo chauvinista caso Javier Milei en la República Argentina y Donald Trump en los EEUU lo que genera polarización social y pone en riesgo la democracia.
Colombia se resiste a la esperanza del cambio social propuesto por Petro dado que es un fenómeno complejo que no puede ser explicado por una única teoría o perspectiva. Es necesario un análisis multifacético que tome en cuenta las diferentes dimensiones del cambio, tanto las individuales como las sociales.
Además de las perspectivas de los autores mencionados, es importante considerar otras voces y enfoques del realismo mágico macondiano como los campesinos, los indígenas, los trabajadores, los estudiantes, las amas de casa, los lideres religiosos y a los dueños del poder económico y su red en la aldea política. El estudio del cambio social debe ser un proceso abierto y dinámico que incorpore nuevas ideas y perspectivas a medida que la sociedad evoluciona.
Sin embargo, Han no niega la posibilidad de una revolución en el futuro. Sugiere que la transformación social debe comenzar por un cambio en la subjetividad individual, he ahí el reto para el ejército de docentes y su labor pedagógica sobre el significante y el significado del cambio por la liberación del imperativo del rendimiento y la positividad a ultranza.
Solo así se podrá crear un espacio para la crítica, la reflexión y la acción colectiva. Las fuerzas políticas del siglo XXI interactúan de manera compleja y generan diferentes escenarios de cambio social. En algunos casos, estas fuerzas se contraponen y generan conflicto social.
En otros casos, se complementan y generan cambios positivos en la sociedad como bien lo manifestó en la cuenta X el 27 de junio de 2023 el primer mandatario progresista de los colombianos “Este es un Gobierno popular, un gobierno del pueblo, no soy yo, son ustedes, yo soy apenas un mandatario, llego hasta donde ustedes quieran…”.
@apostolfin