No entiendo cómo es que, en nuestro país, Colombia; lo que le importa al poder político es ser coercitivo, bien privando a las personas de sus capacidades, competencias, restricción de la libertad, limitación a sus derechos, bajo un contexto donde la igualdad de oportunidades es un sofisma (la simetría no existe); donde la razón, de unas contadas personas (Estado, al servicio de unos pocos) la dan como verdadera, para toda la población.
Es decir, la verdad no es dada por la representación real de las cosas, fenómenos, hechos (materialización); sino depende de quién la diga. Son personas encaminadas a establecer y tal vez perpetuar el poder “sobre”, dominando y sometiendo la acción colectiva para sus fines, a través de alianzas estratégicas (intrapartidos o interpartidos, sumados a la plutocracia) o por medio de la herencia o delegación familiar.
Lo anterior es repotenciado, creando e introyectando en la población una racionalización intersubjetiva divergente, a través de unas supuestas ideologías de orden lineal que van de una forma de pensamiento colectivo de sociedad de izquierda a una de derecha; determinando o estableciendo sus niveles, pasando por el centro, como si fuera una escala Likert.
La verdad es que ninguna de esas ideologías, en las formas más puras, son la solución a los problemas que tiene o padece nuestro país. La verdadera ideología debe ser la propia identificación de nuestras debilidades, amenazas, necesidades, vulnerabilidades y a partir de ellas construir y entender nuestra realidad.
Es determinar y establecer cuáles son nuestros problemas en los campos: económico, social, educativo, sistema de salud, laboral, seguridad, vivienda, alimentación, etc. priorizando las problemáticas de acuerdo con la cantidad de ciudadanos afectados, zonas de ubicación, nivel escolar, estrato socioeconómico, etc. y necesitados de las soluciones. Somos nosotros los que debemos determinar las diferentes formas o alternativas de respuesta (solución), direccionadas a una excelente calidad de vida.
Esta situación me trae a la mente una de las percepciones; digo yo, del “filósofo” Ricardo Arjona, con su canción “El Problema”. Nuestros dirigentes nos hacen ver cosas que no son. Hago una analogía, de forma positiva y otras que se ajustan a nuestros “gobernantes”.
Cuando conocí a mi esposa, le dije; “el problema no es quererte, el problema es que tú no sientas lo mismo”. Y para ellos (nuestros “políticos”), caería bien la parte de la canción que dice: “El problema no es que mientas, el problema es que te creo”; “El problema no es que juegues, el problema es que es conmigo”; “El problema no es el daño, el problema son las huellas”. “El problema no es lo que digas, el problema es lo que callas”.
Nuestra ideología no debería ser de izquierda o de derecha o de cualquier otro de sus niveles; nuestra ideología debería ser colombiana. Pensar como colombiano, sentir como colombiano, materializar y satisfacer, de forma organizativa, nuestras necesidades como colombiano, es el hacer como colombiano. En dichos populares, hay uno que dice “Estamos en Cundinamarca y no en Dinamarca”.
Por otro lado, nos someten a la comparabilidad con otros países. En consecuencia, lo que debemos hacer es enfrentar nuestra propia realidad y dar solución a los problemas que de allí surjan. Y ojalá de manera prospectiva y no de forma reactiva.
En Colombia pensamos en penalizar el aborto, y ese no es el problema; el problema es, qué valores le estamos asignando a las relaciones sexuales. ¿Es netamente un impulso sexual (libido, Freud), donde se ve al otro simplemente como un objeto sexual?, ¿son vínculos de genitales?, ¿es la materialización de un simple enamoramiento? O ¿es la muestra de poder fálico, dominación, desigualdad sexual? Cuando no se tiene presente en una relación, la actividad instintiva, como prioridad, estamos hablando de amor (sentimientos, empatía, ser con el otro, ser un nosotros), que no es otra cosa que crecer con su pareja. Esta dialéctica de hombre – mujer, se supera como dualidad, al ser padre más madre, estructurando una familia (padre + madre = familia).
Como comunidad, seres de interrelaciones, tenemos que entender que el “amor” no se condena, sino se encondona. Quedar embarazada o embarazar, no es cuestión de azar, suerte, probabilidad. No se puede justificar, manifestando que es un regalo de Dios o Dios sabe cómo hace sus cosas.
Hoy día ya deben desaparecer los hijos del placer y surgir los hijos del paraíso, que llegan allí porque los padres lo planifican (decisión de pareja, no imposición), saben que no van a padecer necesidades de ninguna índole, que el amor será un motor de cohesión y fuente de la felicidad, se tendrá una convivencia pacífica de crecimiento y armonía; que la muerte natural (no resultado de conflictos, en todas sus formas de manifestación) no se verá, como un castigo, sino la fase final de un amor de vida y que todos velaremos por la protección de nuestra pacha mama, fuente de vida.
En la actualidad nuestros jóvenes, interpreto, perciben que su entorno, contexto social, no es el más adecuado para tener un ser humano y ponerlo a vivir en esos espacios tóxicos, prefieren criar un animal doméstico.
Otro problema es la erradicación forzosa de los cultivos ilícitos, a través del esparcimiento de glifosato, mecanismo que las autoridades ambientales no recomiendan.
El problema es doble, uno proviene de los consumidores o demanda y el otro, de las necesidades del campesino para su subsistencia. Este último no radica puntualmente en el tipo de producto, sino en los valores que se pagan por su producción, los costos de los insumos, el valor de la mano de obra y el uso o compra de maquinaria agrícola.
Si el campesino sustituye los cultivos, estos no tienen los mismos pesos de valor (en su producción, como en su comercialización), frente a otros, por cuanto estos son importados y de menor valor comercial (competencia desleal).
Se suma a lo anterior, que ellos, estos productos, los deben llevar, a los puntos o lugares donde los intermediarios los reciben para su distribución y venta; traslado que acarrea costos y que si no en la mayoría de los casos, si en otros, se les cancela con bonos o un cupón (estos productos, así, tienen pérdidas para sus productores).
Con la mata de coca, los traficantes, van al lugar de producción a recoger los productos y pagan en efectivo directamente. El problema es que no se hacen verdaderos estudios de las necesidades alimenticias de origen agrícola, protección de la misma, frente a la competencia internacional o cómo competir frente a ella para ser exportadores.
Da tristeza ver que se pierde papa, leche, y otros productos, llevando a incrementar la pobreza de nuestros campesinos y a que tomen decisiones de otra índole para su supervivencia y luego se les califique de delincuentes, narcotraficantes, guerrilleros, etc. Se le suma a este problema, los desplazamientos y la expropiación de tierras.
La solución es garantizar que sus ingresos (por sustitución de cultivos) sean iguales o mejores a la producción de coca. Poner otro tipo de producto agrícola en las mismas áreas de cultivo (sustitución), debe darse a entender que, se venderán las mismas cantidades, a los mismos precios y con iguales beneficios, Eso no debe ser un engaño.
Paralelo a lo anterior están los consumidores, quienes, por su educación, personalidad, estructura familiar, grupo social, al que se incorpora, son factores catalizadores que pueden o no facilitar el consumo. Si se forma parte de una familia disfuncional, es probable, que por manejar esas vivencias traumáticas y soportar estos estados emocionales (olvidar o justificar los hechos) se prestan al consumo de licor, pastillas, psicofármacos, pegante bóxer, en general estupefacientes, psicotrópicos o sustancias químicas.
Respecto al grupo social, con miras a ser parte de él, identificarse como miembro y ser aceptado, asiente las normas allí establecidas (presión de grupo). En consecuencia, acepta o cede a la presión social del grupo (locus de control externo). En cuanto a su personalidad, su disonancia cognoscitiva, sumada al aprendizaje vicario, lo lleva a imitar, el comportamiento de ciertas personas conocidas o personajes públicos, consumidores de estos productos aditivos (si ellos lo hacen por qué yo no).
En consecuencia, en los contextos familiar, educativo (instituciones), social (grupos de amigos, deportivos, etc.), se debe establecer unas formas de pensamiento y comportamiento, encaminadas a mostrar los efectos psicológicos, fisiológicos, económicos (quiénes son los que se enriquecen) y sociales que dañan la sana convivencia, en cualquier escenario de la vida.
En conclusión, se debe combatir es el consumo, en primera instancia y su comercialización y no la producción. Esta última pierde su importancia, cuando no exista la demanda.
En síntesis, la visión unilateral de la realidad o realidad impuesta por grupos (sociales, políticos, laborales, etc.), es un contexto ilusorio, que condiciona las mentes de sus ciudadanos, y la refuerzan, invocando el no requerimiento de verificación de los hechos, alimentando la desesperanza aprendida y a olvidar las normas (anomia).
La ignorancia de las posibles soluciones (prospectiva), simétricas, democráticas, son el factor catalizador para tomar el control de nuestras vidas, control de las reacciones de la población. Lo anterior es solamente la manipulación de los sentimientos, pensamiento, es la enseñanza del cómo actuar y no el cuestionamiento del porqué.