Si existe un actor que se encasilló en un papel fue Gonzalo Escobar. Es que a mediados de los noventa este hombre era uno de los más famosos de Colombia. Su personaje de Coco era de los más populares en el país, era el protagonista ni más ni menos de Oki Doki. Todo comenzó diez años atrás, en los ochenta, cuando de la mano de Toni Navia se convirtió en una estrella infantil en Pequeños Gigantes.
Un día Gonzalo Escobar tomaría una decisión complicada, asombrosa. Era 1999, él tenía 24 años y acababa de hacer la Madre, la novela icónica con Margarita Rosa de Francisco. Todo el futuro se le despejaba en una carrera que parecía súper prometedora. Es que le dijo a su hermano que se iba a Miami. Quería alejarse de la televisión, quería hacer otras cosas. Por eso decidió hacer de todo en Estados Unidos, remodeló casas, hizo limpieza, barrió y hasta vendió celulares. Fueron 20 años impresionantes. 20 años en donde intentó olvidar quien era él limpiando sanitarios, aprendiendo la humildad que nunca tuvo cuando fue una estrella.
Incluso, una vez mientras lavaba un baño un colombiano se dio cuenta de quien era él. A Gonzalo le dio vergüenza. Eso fue un golpe muy duro a su ego pero lo asimiló. Lo impresionante es que Coco, el de Oki Doky, lo dice sin sonrojarse. Pocos de los que se van a Estados Unidos pueden reconocer ese cambio de vida con tanta naturalidad. La mayoría dicen que triunfaron, se conformaron con ser extras en la serie de moda.
El año pasado Gonzalo regresó a Colombia. La gente todavía lo reconoce, sobre todo los que fuimos jóvenes durante los 90. Los 20 años en Estados Unidos, entre Miami y Nueva York haciendo todos los oficios inimaginables, no le modificaron su acento paisa. Tiene un sueño que es el de hacer cine. Ojalá lo consiga. Es un valiente y un tipo honesto, dos cualidades que no se ven mucho en la televisión de hoy en día.