María Corina Machado tenía 43 años cuando se enfrentó a Chávez, cara a cara en la Asamblea Nacional. Había sido elegida diputada del Estado de Miranda, la más votada, y él era el líder indiscutido que le soltó aquello de “águila no caza moscas”, logró echar por tierra la frase del “comandante”. El la ubicó como su antítesis y la llamó “una burguesita de fina estampa”, un instrumento del imperialismo estadounidense.
Ella dice que a la “burguesita” la reciben con mucho cariño. “He encontrado 11 casos de niñas a quienes sus padres las llamaron María Corina por mí, y viven en los lugares más humildes de este país”. Su padre, Henrique Machado Zuloaga, fue un empresario del acero que dedicó toda su vida laboral la Siderúrgica Venezolana S. Sivensa, una de cuyas filiales, Sidetur, fue expropiada en 2010 y luego nacionalizada. Su madre, Corina Parisca, psicóloga dedicó años de su vida a educar y a desarrollar la inteligencia de los niños especiales, y a una fundación llamada Atenea para niños abandonados. La abuela era la nieta favorita de Eduardo Blanco, el insigne escritor de Venezuela heroica, edecán de Páez.
A María Corina, ingeniera industrial de la Universidad Católica con especialización en Finanzas no gusta que se diga que fue la primera de las dos promociones. Pero sí que le tocó muy duro porque a los 19 años se casó “genuinamente enamorada”, de Ricardo Sosa Branger y trabajó mientras estudiaba. Con él tuvo sus tres hijos, María Corina, Ricardo y Henrique y se divorció en la que califica como la “decisión más difícil de mi vida”. Ahora vuelve a estar enamorada de Gerardo Fernández.
La segunda de sus grandes decisiones no fue del corazón, sino de la política. Tras ganar la candidatura de la oposición con el 93 % de los 2,4 millones de votos, fue inhabilitada y le tocó hacer frente a la encrucijada más difícil de su carrera política. Dando muestra de un nuevo aplomo, le apostó a Corina Yoris como sustituta, una mujer sin raigambre en la política, pero sí en las letras, miembro de la Academia de la Lengua, filósofa, quien tampoco pudo inscribirse. Machado no tiró la toalla. Y en el último minuto pudo llevar al tarjetón al candidato de unión de la oposición, tras el retiro de Manuel Rosales. Edmundo González Urrutia, diplomático de carrera con la serenidad que ameritan las aguas revueltas se convirtió en “el candidato que no quería ser candidato”.
La apuesta fue ganadora. Cuajó la unidad de una oposición que estaba vuelta añicos Ella que había visto marchitar los liderazgos de Henrique Capriles, Leopoldo López y Juan Guaidó, tomó la posta cuando la inmensa mayoría de los venezolanos clamó por un cambio. (80 % dijeron las encuestas).
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Ahora que es la figura del proceso político más vibrante de Latinoamérica, y que tiene al frene a un regimen autoritario con Maduro a la cabeza que no están dispuesto a soltar el poder, a quizá siga anotando todo en una libretica para luego profundizar en las ideas. Y puede estar subrayada la petición que un niño le hiciera en una de las manifestaciones, “María Corina, yo quiero que me traigas a mi abuelita que está en Colombia”. La reunificación de las familias tras la diáspora de 9 millones era uno de los propósitos que se había fijado cuando la oposición llegara al poder, un sueño por ahora frustrado, pero solo por ahora. La lucha, como lo advirtió seguirá y con su garra está claro que no se rendirá fácil. Tiene por delante demostrarle al mundo el fraude del resultado electoral de este domingo.
También se proponía ella que sus pudieran regresar sus hijos, que tuvo al margen en los años en que la amenaza de allanamiento era casi a diario. Amenazas que en campaña fueron la cárcel para sus simpatizantes, colaboradores, y los compañeros que vienen desde las primeras etapas de su partido Vente Venezuela; la detención de quien le brindaba un refrigerio o su casa para pasar la noche. Fueron los frenos rotos del auto y el bloqueo de quienes se dirigían a las manifestaciones. Pero ellos no cejaban en su empeño, y con el tesón del caminante venezolano llegaban a su encuentro.
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María Corina no se equivocó cuando optó por el liderazgo adecuado en el momento adecuado. La política implacable matizó el enfoque con la empatía, la comprensión, la reunificación de la familia, la espontánea y genuina cercanía con las multitudes que la abrazan en cada mitín. Se trataba de ejercer su liderazgo, inclusivo y sensible a sus necesidades de la gente. Y lo logró Ni ella, ni nadie en el mundo pensó que Maduro sería capaz de negar el furor de una campaña que expresó en las encuestas a boca de urna y que daban al candidato Edmundo González el ganador. El Consejo Nacional Electoral dio su veredicto con un resultado que nadie creyó y que ahora serán las actas, mesas por mesa, las que dirán que pasó este crucial domingo 28 de julio. María Corina Machado, se presentó serena, dispuesta a defender la verdad y sabiendo, ella sí, que la lucha contra un gobierno autoritario que ha logrado tomarse todos los poderes, apenas comienza. Pero ella es también un hueso duro de roer, sin duda, como lo anticipó Hugo Chávez hace diez años iba a ser la piedra en el zapato del régimen que el instauró con su a Revolución Bolivariana.