Si existe una película sublime, maravillosa y desconocida en Colombia es La primera noche. En ella vemos a un inmenso John Alex Toro perfectamente contenido, haciendo tal vez uno de los papeles más importantes que se han realizado en el cine colombiano. Pero en esa época John Alex no sólo hacía grandes papeles para públicos selectos sino que se convertía en una de las caras más conocidas de la televisión colombiana. Su papel de Brayan Leonidas Galindo Romero en Nuevo rico, nuevo pobre desternillaba de risa a millones de personas. Eso fue en el 2016 y Toro siguió en la televisión hasta que hizo de Francisco Javier Marulanda, mejor conocido como El paisa. Toro estaba feliz de participar en Azúcar, el remake que hacían de la joya que dirigió Carlos Mayolo a finales de los ochenta.
A partir de allí John Alex Toro, el gran talento nacional, fue borrado por las dos cadenas. Lo he visto participar de obras de teatro con ese nuevo genio de la dirección teatral colombiana que es Johan Velandia, como si hubiera optado por hacer lo que le gusta en realidad que son las tablas, la adrenalina que se respira en un escenario. Ni siquiera volvió a hacer cine. El Pez sólo puede vivir en el agua.
Yo creo que un talento como John Alex debe molestar mucho a las dos grandes cadenas nacionales. Debe ser exigente con los directores, debe preguntar todo el tiempo, cuestionar las decisiones. Un actor es un creador, decía Pudovkin y eso era lo que hacía John, algo parecido a lo que hace Carriazo, construir una vida antes de encarnar un personaje. En una televisión plagada de estrellitas de medio pelo, Toro es un vidrio en una medio, un hueso que ningún director mediocre se quiere tragar.
John Alex ama la televisión porque es un tipo agradecido con el trabajo y porque disfruta trabajar pero desde que la dictadura de los idiotas se apoderó de los melodramas nacionales es mejor mantenerse en el lugar donde puede dar lo mejor de si: el teatro.