Germán Vargas Lleras se ve enfermo, tenso, preocupado. En el segundo debate presidencial en Barranquilla se veía abotagado y no le cerraba bien la camisa. Los candidatos tenían detrás de ellos unas cómodas bancas para sentarse. El debate duró más de dos horas y ninguno de los candidatos se sentó -seguro sus asesores de imagen les aconsejan a que permanezcan de pie, como soldados o modelos- con excepción de GVLL. Parecía tener dolor de espalda, caminaba de un lado al otro, tenso, intenso, preocupado. Sonaba libreteado (Duque también).
Yo andaría igual de preocupada y tensa si me adhiriera el partido de la U. El partido de los escándalos y corrupción va a apoyar al movimiento político con mayor número de funcionarios en la cárcel o a punto de caer. Cómo será de corrupto que el mismo GVLL se inscribió por firmas para no aparecer como cabeza de Cambio Radical. Y ahora se ha convertido en el sucesor de Juan Manuel Santos, razón por la cual no voto por él, a pesar de su excelente plan de gobierno. No creo que vaya a acabar con la mermelada. Será una prolongación del clientelismo.
Las encuestas no miden la maquinaria de la U y de Cambio Radical, que incrementará considerablemente la votación de su candidato, llevándolo posiblemente a segunda vuelta con Duque u, ¡oh terror! con Gustavo Petro.
¿Por quién votaría usted en ese caso, en una final GVLL contra Petro? Ahí la cosa se pone difícil. Conozco muy bien a Petro, fue mi adversario en el Congreso en dos reformas tributarias cuando estuve al frente de la Dian. Juan Camilo Restrepo, Minhacienda en ese entonces, me mandaba a hablar con él para tratar de explicarle nuestra posición. Simplemente me ignoraba. Hablábamos idiomas distintos. Después armó uno de sus famosos debates contra Restrepo y yo. Sé que Petro recibió dinero de un banquero ecuatoriano para hacer un debate mentiroso, pegado con babas, junto con su colega Javier Cáceres, hoy en la cárcel por paramilitarismo.
Como Alcalde de Bogotá, Petro demostró su incapacidad para gobernar. Es un gran político, pero un inútil administrador. Por ser de izquierda, las decisiones se toman después de largas discusiones para amalgamar en algo ilegible las ideas de todos. Algo así como el Acuerdo de Paz.
La corrupción de la izquierda es igual o peor que la de los partidos tradicionales. No es sino mirar la repartija del dinero de la “Paz” bajo la mirada inútil de Rafael Pardo y orquestada por su funcionaria estrella, Gloria Ospina. ¿Qué dice Rodrigo Rivera? El zar de la paz pasa de agache. Mientras tanto, la JEP pretende tomar 120 días (¡cuatro meses!) para decidir sobre el futuro del narcotraficante alias Jesús Santrich, o Trichi para sus amigos. Esto y la renuncia del Secretario de la JEP dan cuenta de cómo será el actuar de semejante engendro.
En cuanto a Iván Duque, voté por él en la consulta. Me llamó la atención que un candidato del Centro Democrático aprobara el aborto, la dosis mínima, el matrimonio homosexual y la adopción por parte de parejas LGBT. Pero por eso hubo un cisma al interior del partido, donde los sectores más retardatarios del partido se opusieron a su nominación.
Ahora resulta que, así como se tiñó las canas, cambió de posición frente a estos temas, adoptando las creencias de su líder, Alvaro Uribe Vélez. Al expresidente lo admiro y respeto. Me gustaría trabajar en su gobierno. Pero resulta que ahora AUV pide una “economia cristiana”. Como judía, me siento excluída. Este es un país laico pero el CD insiste, talvez para atraer el voto cristiano. No hay separación entre la Iglesia y el Estado. Que pesar, porque sé que Duque puede derrotar a las bandas criminales de todos los colores.
Siempre he simpatizado con Sergio Fajardo. El cambio de rumbo de Medellín se forjó él cuando fue alcalde. Veníamos de una racha de politiqueros en esa posición, mientras Bogotá tenía alcaldes como Enrique Peñalosa y Antanas Mockus. Medellín estaba asolada por el narcotráfico, nadie le apostaba al futuro. Pero con Fajardo se demostró que #SEPUEDE gobernar sin roscas y mermelada y torcer el rumbo de la historia. Hoy Medellin es uno de los mejores vivideros del mundo, según la prensa internacional.
Mi voto en primera vuelta será por Sergio Fajardo. Es el único que puede derrotar el clientelismo. En la segunda vuelta, si la hay, votaré en contra de Gustavo Petro, con total conocimiento de causa: como economista sé que sus propuestas son absurdas y desgobernará como lo hizo en Bogotá.
Pero si el próximo gobierno es tan corrupto y flojo como el de Santos, donde por segunda vez la corrupción llega hasta la cima como en el caso Ernesto Samper, Petro será, sin ninguna duda, el ganador en 2022. Y el único candidato que puede garantizar que Petro no será presidente en cuatro años es precisamente Sergio Fajardo, alejado de los partidos tradicionales y la mermelada.