El médico psiquiatra Carlos Climent acaba de publicar su último libro Depresión, la enfermedad sin voz, con el que busca alertar a la gente sobre un trastorno que puede estar afectando a los más cercanos y si se actúa con prontitud puede evitar tragedias como el suicidio.
Climent quiere mostrar la magnitud del problema de la depresión que según el estudio de Global Burden of Disease es el mayor de los trastornos mentales que padece la tercera parte de la población mundial. Un padecimiento que puede conducir al impulso de quitarse la vida.
Una decisión que tiene múltiples causas, pero finalmente el suicida se va con sus secretos a la tumba, dejando la familia destruida.
Juan Manuel Ospina: ¿No hay detrás de esa misteriosa y drástica decisión una intención de agredir a los que los rodean afectivamente e incluso al mundo?
Carlos Climent: Creo más bien que es un acto de desesperación al que se llega por no encontrar solución distinta a quitarse la vida, siente que se le ha cerrado el mundo y no puede seguir viviendo. Estoy mejor muerto que vivo. Pero nadie debe sentirse culpable, los seres queridos, las familias hacen lo mejor que pueden, pero la persona no quiere que nadie intervenga en sus planes suicidas y es capaz de ocultarlos durante días, meses y hasta años.
JMO: No es una decisión que se toma de súbito. Son muchas las vueltas que le da en la mente.
CC: El paciente ha rumiado en silencio hasta que un día se le dan las circunstancias y tiene la fuerza para no hacer: no puedo seguir viviendo esta catástrofe de vida, yo me voy. No le importa mucho lo que pasad con los que se quedan. Es una persona a quien lo acompaña un alto grado de angustia y esa persona ahogada en un cuadro negativo, acosado por esa angustia y probablemente impulsado por sustancias psicoactivas toma la decisión impulsiva y se mata.
JMO: Carlos, en plena pandemia conversamos y anticipaste que la pandemia podría tener un efecto dramático en las personas y que una de sus expresiones podría ser un aumento en los suicidios. Por lo que dices, ocurrió así.
CC: Los efectos de la pandemia han sido enormes y aún se sienten y sus efectos se verán por mucho tiempo. El aislamiento, la soledad, la ruptura de las relaciones familiares y sociales, todo esto hizo mucho daño y claro el registro de casos de suicidio ha aumentado. Se suma también que hay más información y mayor visibilidad. Pero, aunque se viven tiempos difíciles, tenemos que ser optimistas porque la depresión es fácil de identificar a tiempo y se puede enfrentar como lo explico en mi libro Depresión, la enfermedad sin voz en el que doy claves para leer las señales, los primeros campanazos y así evitar los desenlaces tan lamentables y dolorosos como son el suicidio.
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