Acabo de ver un artículo publicado en este medio, en el cual se trata de argumentar las razones por las cuales el autor de la nota considera que los cristianos evangélicos somos absurdos al no permitir que nuestros hijos participen en la celebración que el mundo realiza para rendir culto público a satanás y a todos sus engendros.
De una manera muy astuta y tendenciosa, la persona manifiesta su odio irracional contra un tal pastor Arrázola, de quien no tengo más que vagas referencias, pues hasta me queda muy dificil ubicar de qué iglesia o de qué ciudad es habitante; diciendo que llevamos nuestros niños a dar el diezmo a los pastores en lugar de dejarlos que sean felices por un día pidiendo dulces en las calles disfrazados de lo que quieran.
Respeto esta opinión, pero no estoy de acuerdo con que una persona sin ninguna información sobre el mundo espiritual se atreva a poner en tela de juicio las decisiones que nosotros como padres tomamos para prevenir los riesgos que pueden correr nuestros hijos. No es que estemos en desacuerdo con que nuestros niños se disfracen de capitán América o del héroe o personaje que deseen, no señor. El tema es mucho más complejo.
Por ejemplo, desconoce esta persona que existen riesgos reales para muchos niños en el solo hecho de que curiosamente en este triste día, miles de niños son víctima de delincuentes inescrupulosos y totalmente malvados que reparten dulces envenenados, contaminados con psicóticos o con substancias que afectan la voluntad tanto de los niños como de sus cuidadores. También, que en este día incluso (a pesar de ser casos aislados) las sectas satánicas sacrifican niños a satanás porque es la fecha de un ritual satánico, así esta persona no quiera creerlo.
Es inconcebible cómo durante casi 364 días al año, los padres insistimos a nuestros hijos que no reciban ningún alimento de extraños, pero ese día curiosamente la mayoría de los padres no solo se lo permiten, sino que los incentivan para que reciban todo lo que les den, y además los coloquen todos en su "calabacita" de tal manera que después no se puede saber ni donde los recogieron. No sé si quienes incentivan este curioso comportamiento durante todo el día del 31 de octubre y gran parte de la noche sabrán que en los centros comerciales, se ven afuera de los locales, gran cantidad de personas con cara de "buena gente" repartiendo dulces por los pasillos, algunos hasta disfrazados para no ser identificados por las cámaras de seguridad, y ahí ningún padre tiene control, pues el tumulto de niños y adultos a duras penas permite mantener agarrados a los niños para que no se suelten y... no nos digamos mentiras... el ambiente festivo hace que todos los padres bajen la guardia frente a las ofertas de dulces.
También parece olvidar el autor de la nota que muchísimos niños disfrutan el disfraz por la novedad, pero al rato están incómodos, adoloridos por las largas marchas callejeras, muchos de ellos somnolientos. Sin embargo, sus padres los obligan a seguir en la frenética marcha con la idea de que es el único día en que pueden ser "felices" como lo manifiesta la nota, sin darse cuenta de que es más importante hacerlos felices los 364 días restantes dándoles un hogar funcional en el que no haya maltrato, en el que haya amor y no abandono. De hecho, muchos de estos padres incluso mantienen a sus hijos sometidos a ambientes disfuncionales por su consumo consuetudinario de alcohol, malas palabras, comportamientos agresivos, etc. y se vuelven los mejores padres en noche de hallowen.
Otra cosa importante de anotar es que nuestros niños rápidamente entienden la verdadera razón de nuestra negativa a participar de esa fatidica fiesta del 31 de octubre y ellos mismos inclusive argumentan con sus compañeritos de colegio las razones para no desear tal cosa. No es cierto que ellos lo anhelen. Esa es una necesidad artificial que se les induce desde sus hogares y por los medios de comunicación, pero en las iglesias ese día no se les lleva a "culto" como dice de manera ignorante el artículo. La gran mayoría de las iglesias, en lugar de "Arrázolas" cuenta con profesionales altamente calificados que guían a los niños en actividades muy divertidas y edificantes que los niños realmente disfrutan. Tampoco es cierto que ese día los niños lleven diezmos. Hay muchas iglesias cristianas evangélicas que ni siquiera recogen diezmos hoy en día, aparte del hecho de que también es falso que las que lo recogen, lo exijan como algo obligatorio, y mucho menos cierto es que los niños "lleven diezmos" pues esa es una práctica que realizan los adultos que cuentan con ingresos, no los menores.
Otra cosa importante de anotar, es que yo me crié en un pueblo donde no existía la práctica de celebrar esta fecha, y que aún cuando en el mes de diciembre había oportunidad de disfrazarse en la novena de navidad y salir a las calles, mi padre nunca me permitió participar de esas actividades (el no es cristiano evangélico), pero eso nunca me causó ninguna frustración, pues en todos los demás meses del año hacía muchas actividades tan divertidas al aire libre, que hoy aún recuerdo mi niñez sin disfraces como la época más feliz de mi vida.
Finalmente, me gustaría que las personas que lean esta nota corroboren información de criminalidad de los 31 de octubre con la Policía Nacional, para que entiendan que efectivamente sus hijos están expuestos a miles de peligros en este día, así no compartan nuestra posición respecto a las connotaciones espirituales malignas que contiene esta "celebración".