Lance Armostrong es conocido en el pelotón internacional no sólo por sus trampas sino por su ego. Casi nunca habla bien de otros ciclistas pero con el risaraldense Álvaro Mejía se deshace en elogios. Fue su jefe de filas en el equipo Motorola a comienzos de los años noventa y esto recuerda del colombiano: "nadie podía con él en un buen día. Era un tipo raro, raro de manera agradable. Se ponía mucha ropa, era un loco". La razón por la que sin importar el calor que hiciera Mejía se pusiera guantes era por puros complejos: moreno, no quería que el sol tostara más su cara.
Despuntó a los 20 años en un Clásico RCN de 1989. Ganó una Vuelta a Murcia y los norteamericanos del Motorola se lo llevaron. Fue el primer colombiano en ganar una etapa contrarreloj en Europa cuando lo hizo en la Dauphiné Liberé en 1990. Tres años después estuvo a punto de conseguir una hazaña sin precedentes. Eran los años de dictadura de Induraín, nadie, ni siquiera Tommy Rominguer, desafiaba su poderío. Mejia estuvo segundo durante toda la competencia y, sólo hasta el último dia, el suizo Romminguer y un polaco llamado Zenón Jaskula, lo sacaron del podio. Dicen que esto lo mató sicológicamente.
A los 25 años, mientras los ciclistas se consolidan, Mejía nunca se recuperó de ese tiestazo. En 1995 se fracturó la clavícula en una caída y nunca fue el mismo: "Seguro fue tan astuto que conoció sus propios límites. Sin embargo si hubiera sido más agresivo hubiera sido campeón" recuerda Armostrong. Se retiró antes de los treinta y se olvidó rápido. Eso si, Mejía era un tipo astuto. Este no es el típico caso de ciclista que deja todo por el trago y los excesos. Mejía después de retirarse estudió medicina y hoy en día es uno de los médicos de la selección Colombia de ciclismo. Acá les dejamos una muestra de su talento: