El desempleo en Colombia se disparó. Comprensible en un país que se encuentra en medio de la expansión progresiva del coronavirus. Las medidas excepcionales de aislamiento social que comparte dos elementos, preventivo y obligatorio, se han constituido en un detonante social sin precedentes históricos.
La Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo) prevé que, al término de la cuarentena, el índice de desocupación que en febrero rebasaba el 13%, habrá crecido a un 19%. Una apreciación bastante pacata y conservadora, por cierto.
Es imposible que de 3.2 millones de colombianos sin vinculación estable, que era como se encontraba el escenario en febrero último, pasemos a 5 millones aproximadamente. La realidad es otra. La tasa de inactividad laboral podría estar por encima del 25% de acuerdo con los cálculos aterrizados en los que coinciden académicos del país.
Los economistas Álvaro Ruíz Erazo y Yecid González Sabi, quienes desarrollan actividad sindical en el ámbito colombiano y conocen del fenómeno laboral actual, se identifican en un aspecto: las estadísticas sobre desempleo no son las que actualmente ponderan ni el gobierno nacional ni los gremios económicos que les son afectos.
Basta poner en el escenario que ni comerciantes medianos y pequeños, ni vendedores ambulantes, ni migrantes de Venezuela y de otros países, pueden laborar, para concluir que pueden ser más de seis millones las personas —que encabezan una familia—, quienes hoy se encuentran sumidas en el desespero porque no tienen ingresos.
Desvinculaciones masivas
El ministro del Trabajo, Ángel Custodio Cabrera Báez, anunció que se investigan 300 empresas por desvinculación irregular de personal, las cuales pueden terminar en sanciones. Se aprovechan de la contingencia nacional para botar al asfalto a quienes con su esfuerzo y sudor, les han servido de plataforma para enriquecerse durante mucho tiempo.
La cifra en este caso de las empresas donde se finiquitan contratos desconociendo la normatividad, puede ser mayor, porque la tercerización laboral se ha convertido en una constante en Colombia y en períodos que pueden amenazar recesión, lo más fácil es cancelar contratos y definir períodos cesantes no remunerados.
Un número indeterminado de trabajadores han quedado en la calle como consecuencia de las artimañas a las que acuden los patronos para “lavarse las manos” y salir bien librados de la situación.
Ciudades donde se vive del rebusque
Las principales ciudades del país tienen un porcentaje que oscila entre el 40 y 46% de personas que sobreviven del rebusque. Bogotá con 7,4 millones de habitantes, es una de ellas, como lo reconoció en Caracol televisión la secretaria de Desarrollo Económico de la capital colombiana, María Carolina Durán Peña.
La crisis de la informalidad es abrumadora porque, en contingencias como la actual, torna vulnerables a quienes se encuentran en este renglón de la economía. Pero hay otros sectores organizados que, por el peso de las circunstancias, han entrado en una recesión obligatoria como el turismo en el Eje Cafetero, el litoral pacífico colombiano y la Costa Atlántica, sin mencionar a quienes, por el período previo, durante y posterior a la llamada Semana Santa, acogían visitantes o veían dinamizada la industria gastronómica o del transporte y, a estas alturas, deben resguardarse en casa.
El panorama laboral luce ensombrecido en Colombia. De la mano con esta situación, la economía, hoy bastante resentida. El problema se agudizará si se acoge la propuesta de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, de ampliar hasta junio el aislamiento social. ¿Y los desempleados? ¿De qué van a vivir? Dos grandes interrogantes que quedan en el ambiente y a los cuales desde la esfera gubernamental se les debe dar respuesta…