Uno de esos días que me pongo a curiosear en Wikipedia, por alguna extraña razón terminé en la página que habla de la enseña del escudo nacional y lema patrio de nuestra hermana nación chilena: “Por la razón o la fuerza”.
Las naciones se apegan a sus tradiciones, aunque hoy no tengan el mismo significado que tenían antes… o eso espero. Siendo yo el pacifista que soy, me preguntaba si nos podemos dar el lujo de ver el mundo desde esos dos extremos. Entiendo lo difícil de la pregunta, porque muchos dirán que pues es que hay cierto punto en el que ya no se puede razonar y hay que sacar el bolillo y dar duro. Lo que yo me cuestiono es a quiénes les damos el poder de decidir cuándo se alcanza ese punto y qué intereses los influencian. Ahí es donde se vuelve problemático ese acercamiento. Es más, ya sabrán que estos lemas de nuestras naciones fueron instituidos durante el sangriento proceso de independencia y alimentados por costumbres y pensamientos provenientes de años de abusos durante la colonia y sobre todo por las épocas más oscuras de la cultura occidental. Ningún país latinoamericano se salva de la terrible historia y las vejaciones a las que fueron sometidos sus dueños originales. Y en particular, la historia de la conquista de Chile está llena de acrimonia, como muy brillantemente lo narra Isabel Allende en su libro “Inés del alma mía”. Y no es un misterio que se expulsó una corona, pero se quedó, en la mayoría de los casos, una igual de blanca, igual de española e igual de católica. La cosa para los “irracionales” de antes, poco cambió: a la mirada de los dominantes, siguen siendo irracionales (aunque se usan un montón de eufemismos para referirse a ellos).
Hoy la falta de razón tiene otros tintes. En particular, me duele la “razón” que impone el crecimiento económico desmesurado, que se lleva por encima costumbres, modos de vida, familias y naturaleza sin siquiera detenerse a cuestionarse su viabilidad a largo plazo (en muchos casos, ni siquiera en términos financieros, que deberían ser los primeros en la ecuación). “Por la razón o por la fuerza”, dice Wikipedia, fue una adaptación de “o por consejos o por espada”. Hoy la espada está fuera de moda: el dinero, el cemento o las retroexcavadoras obviamente la han remplazado.
Se pone uno a ver entonces y las cosas no han cambiado tanto. La “razón” de los que cariñosamente eran llamados “chapetones” en realidad sigue muy viva. Dice Allende (o Inés, el personaje de su libro) que la misión de quienes conquistaron América era propagar el catolicismo y el “españolismo”, las únicas señales de una vida civilizada. Todo lo demás… pues a cambiarlo por la fuerza, porque nunca iba a poder cambiarse por la razón, por su razón.
Aclaro que no tengo nada personal en contra de Chile. Cada lema podrá analizarse bajo la luz del presente y habrá que ver si la tradición es más fuerte que la realidad, y si todos los que se supone están cobijados por él en realidad lo están. ¿Reflejan los lemas de nuestras naciones la realidad y las prioridades de los pueblos que representan, o se llegó la hora de cambiarlos? Sólo por ejercicio mental, les dejo otros lemas de naciones latinoamericanas:
Colombia: “Libertad y orden”
Panamá: “Por el beneficio del mundo”
Brasil: “Orden y progreso”
Argentina: “En unión y libertad”
Guatemala: “Libertad 15 de septiembre de 1821”
República Dominicana: “Dios, patria, libertad”
Puerto Rico: “Juan es su nombre”
El Salvador: “Dios, unión, libertad”
Y para rematar, la del coloso del norte: “En Dios confiamos”.
