Bastante conforme me he sentido con la posición crítica de la nueva Señorita Colombia. María Fernanda Aristizábal, lejos de sentir temor por un regaño de Raimundo o de su chaperona, decidió cambiar esa percepción sumisa de las reinas de belleza, dio con objetividad su opinión frente al paro nacional del 21 de noviembre y de manera directa invitó al presidente Duque a escuchar al pueblo.
Esta es la oportunidad que el anacrónico reinado de belleza se reinvente, que empiece a impulsar las mujeres bellas pero críticas de la realidad nacional. No queda bien una reina de belleza que le rehuya a las preguntas de la bomba social y económica que significa Colombia.
Por eso la valiosa opinión de María Fernanda nos hace olvidar a sus antecesoras, quienes con desinterés de la situación del país o por defender intereses personales nunca opinaban sobre nada, sin contar con que sus reinados eran una fanfarria de frivolidades, incluso muchas de ellas han estado involucradas en graves escándalos de corrupción o relacionadas sentimentalmente con narcotraficantes y polítiqueros.
María Fernanda es una ciudadana que le ha dado otro impulso a la necesidad de que los colombianos expresemos de manera masiva nuestro descontento con un gobierno que no atiende las necesidades básicas de su pueblo, sin olvidar que estamos ante una regresión de los derechos fundamentales. Ella lo sabe. Siento que le duele su país.