Hace ya casi dos meses se publicó en Esfera Pública (1) una carta abierta, describiendo la difícil situación financiera —como estudiante colombiano de postgrado, en el exterior— de Víctor Albarracín. Artista plástico contemporáneo que como él mismo lo señala, ha incursionado en múltiples actividades llendo desde la pedagogía en universidades como los Andes, ASAB, Javeriana, Nacional, Tadeo, hasta la creación de performáticas y disonantes bandas de rock, entre otras interesantes gestas colectivas. Sin embargo, se ha caracterizado principalmente por ser uno de los más notables líderes de opinión para el medio; premiado por el Premio Nacional de Crítica de Arte y columnista despedido de la Revista ARCADIA, etc. También se le reconoce como la cabeza visible de El Bodegón (2), el prolífico y vital espacio artístico autogestionado que ha marcado una época importante aún después de su cierre, dinamizando este tipo de iniciativas que hoy describen parte importante del panorama local.
La exposición de su caso como estudiante extranjero en ciernes de ser deportado por su frágil condición económica, viendo así vulnerada la progresión de la que ha sido una notable carrera artística, frente al peligro de la no continuidad misma de su postgrado en L.A. (USA) —en cuyas calles ha tenido hasta que pedir dinero—; fue difundida, para el momento, con gran interés entre las redes sociales de aquellos cercanos a las micro-polémicas del arte. No obstante, sus circunstancias con seguridad llamarán la atención de cualquiera que esté interesado en los álgidos temas de la educación en Colombia y debe espabilar a más de uno, también desvelado por las deudas educativas. Porque, el cuestionamiento que hace Víctor de su propia condición, controvierte la actitud resignada tanto de los “beneficiarios” de tales créditos frente a la deuda, como de quienes ya ni se lamentan ante sus pobres perspectivas, disminuidas por falta de recursos económicos para costear educación superior alguna, aún con la oferta de créditos y becas parciales.
Educación: Formación para el Trabajo.
Y es que, ampliando lo dicho en el importante pero fulminante debate, abierto —y al parecer ya clausurado— por este caso. Es bien sabido que acceder a la educación superior, para el 99% de los colombianos, muchas veces significa asumir trabajos forzados de por vida, cumpliendo con el pago eterno de unas cuotas pactadas como con el diablo, todo para terminar engrosando la fila express hacia el castigo de lo que realmente puede convertirse en un infierno laboral. Encadenarse a una institución de crédito educativo, es el sacrificio que debe aceptar quien reconoce para sí mismo el derecho a la educación. La auto-precarización es obligatoria para el ciudadano de la deudocracia mundial, al que ni siquiera se le da el chance de venderse al mercado laboral para obtener rédito de sus logros académicos, pues su vida pasa a ser propiedad intransable de la deuda sin merecer por lo menos, la etiqueta de producto. Desde donde uno lo vea, su condición es prototípica para fijar las características de la esclavitud contemporánea como proceso generalizado hacia la profesionalización.
A lo largo de las complejas vías de acceso a la educación, hoy cercadas por el andamiaje avasallante del sistema neoliberal que impera desde lo alto de los tronos de sus instituciones formativas, dirigidas eminentemente como empresas privadas; se legitima el brutal negocio de la cualificación humana, en base al capital económico que posea cada cliente. Allí de lo que se trata es de asegurar que el graduado dedique su vida entera a alimentar el sistema laboral, mientras paga con creces las deudas adquiridas, dejándole cada vez menos esperanzas de aspirar a algo más que ser exclusivamente un trabajador ejemplar: conforme, obediente, sumiso, servicial, etc. De manera que las virtudes e ideales de emancipación prometidas por el ideal de un sistema educativo, en la actualidad se han transfigurado hasta definirse por sus características opuestas, trazando una ancha senda hacia la servidumbre “voluntaria”.
Adiestramiento
Mientras tanto, en este Estado Anti-Social de Derechas, los más “afortunados” entre tales deudores, no vislumbran opción al ciclo “natural” —biopolítico—, de progresar para pagar la deuda, planificar una familia, hacer patria triunfando en el exterior y en una palabra, encontrar insatisfactoriamente la felicidad en la sumisión a las formas de vida estereotípicas del rampante neo-fascismo capitalista. En tales casos no sólo es efectiva la programación que impone la sin salida al laberinto de las obligaciones financieras; aquí se hace muy evidente cómo operan los condicionamientos sociales más tradicionales, afincados particularmente entre las clases altas en base a las máximas totalitarias: Dios, Raza, Nación, Familia, Tradición, Propiedad; (como lo advierte el mismo Víctor, quien no demuestra tales valores tiene las de perder). Y es que contrario a lo que podría creerse, es grave notar que la generalidad de los beneficiarios en Colombia del apoyo educativo en el exterior, no son precisamente huérfanos, diversos, desplazados o desposeídos —las minorías vulnerables que abundan en este país—. Al contrario, aquí aquellos caudales altruistas y filantrópicos, que en principio deberían encauzarse a favor de quienes por necesidad los requieren, son mayormente aprovechados por hijos de empresarios, políticos, altos ejecutivos, hacendados; en una palabra, herederos que estudian en el exterior, viviendo a sus anchas, a costa del tesoro “público”. Aunque esto es lo usual, a este nivel difícilmente se acepta de manera abierta ser beneficiario del sistema de crédito educativo pues aquí la educación es un lujo y por ende, signo de distinción; detentarla como lo hacen ellos y sus familias, por tradición, es una manera de mantener el status, pero aceptar la subvención a la misma tiene efectos contrarios, incluso es degradante.
E.I.S. Educación Ingreso Seguro
De tal manera, hay que decir cómo se oculta una fraudulenta pero eficaz estructura de reproducción social que culmina cada ciclo presentando en sociedad a sus máximos sucesores disfrazados de nerds. Gracias a tales apoyos, logran posar en ceremonias de grado como estudiantes premiados por gozar de presuntas “aptitudes académicas superiores” para la farsa de orgullosas y honorables familias, planificadas como castas para concebir generaciones de pequeños déspotas “ilustrados”. Mientras a los despojados de beneficios educativos, independientemente de sus capacidades o vocaciones, a quienes no merecen créditos pero cuando los obtienen a la larga les son más adversos que lucrativos; a la mayoría de este país explotado, rico en recursos naturales y “humanos”, se les trafica como activos de las grandes empresas. Requeridos en masa como fuerza bruta o mejor dicho, mano de obra calificada, son atraídos a sus amos ofertándoles cual oportunidad única, ganar una vida de peonazgo al servicio de respetados y temidos terratenientes locales, en alianza con “prestigiosas” transnacionales. Terminan engranados como operarios de una maquinaria importada, pesada y voraz, ya firmemente instalada en lo profundo del socavón tercermundista en que se ha convertido este país. ¡Hay que ver, por ejemplo, cómo se perfilan los futuros estudiantes de la “exclusiva” Universidad E.L.I.T.E. (3)!
Volviendo al caso contrario en este sistema perverso, protagonizado por los solapados y oportunistas becarios de las entidades de crédito. Puede decirse que entre ellos, son pocos los que realmente se destacan en el medio del arte, si bien son distinguidos en círculos sociales cerrados, es debido únicamente a su procedencia de clase y éxitos profesionales relativos, por demás, distantes de la práctica artística que de ejercerla, ocurre en aquel tiempo libre restringido de las vacaciones y los fines de semana. Su producción difusa es bastante limitada al cubo blanco de los espacios comerciales. También, tiende a caer en la endogamia y autorreferencialidad, pues la excepción en su currículum vítae son proyectos realmente contemporáneos, con intereses públicos, políticos, sociales, etc. Al ser privilegiados por el status quo, permanecen ausentes de toda perspectiva de cambio. Su participación crítica, discursiva o académica es escasa o nula; convenientemente ante la deliberación por lo general su actitud es silenciosa y de cualquier otra forma, reaccionaria.
Y así, podríamos seguir hasta extendernos observando cómo y porqué las instituciones de crédito educativo, ciertamente operan muy por debajo de los pretenciosos objetivos que en últimas justifican la letra muerta de su misión y visión; no es difícil comprobar cómo los resultados de sus programas parecen contrarios al impacto social que en el papel manifiestan. Sus “inversiones educativas” devienen en patrimonio privado, se engranan a la precarización de las grandes industrias, circulan manteniendo el ascenso socioeconómico de carreras personales y lejos están de beneficiar a quienes se perfilan públicamente, buscando incidir más allá del asegurar su propia comodidad, como fin último de vida.
¿Profesionalización Artística?
Pero, mejor que continuar justificando un cambio, contando caso a caso, el destino nefasto del desarrollo educativo; los artistas aquí aludidos en condición de medio, estarían en deuda de defender un reconocimiento fundamental de las condiciones económicas, específicas de su propio campo. Principalmente si se quiere inaugurar un diálogo con las instituciones mencionadas dado que —como sabemos, a diferencia de estas— la práctica artística en la actualidad simplemente no cuenta con un sistema laboral, formal, estable, menos aún en un país como Colombia y por ello es más que insensato, resulta absurdo igualarla económicamente con otras profesiones para ejercer equívocamente una presión financiera realmente infundada, bajo el supuesto ilusorio del alto cobro mensual a un artista plástico contemporáneo. ¿Será que este hecho ignorado, puede tener relevancia alguna al momento de explicar la problemática actual y así, hacerle frente?.
En fin, está todo por debatirse respecto a las posibilidades que efectivamente necesitaría contemplar una reforma del disfuncional sistema de crédito que se aplica a contramano, especialmente de la realidad del Profesional en Artes Plásticas; pero que siendo el caso más insólito ¿resulta ser poco mejor para las carreras definitivamente precarizantes?. El último comentario hecho por Victor Albarracín en el citado debate, con motivo del que temo es un desenlace excepcional, contingente y temporal de su crisis-al haber conseguido los fiadores que necesitaba con urgencia - (4)—, está lejos de establecer el final feliz de lo que realmente será una larga y disfuncional relación con su deuda, sufriendo consecuencias tortuosas de por vida, si no acontece algún otro “milagro”. Celebrar esta solución temporal de un caso entre muchos —pero con la que al parecer todos quedaron tranquilos y contentos—, delata una rendición absoluta ante la opresión de regímenes económicos tan adversos como este. Aunque la crisis educativa aparecerá de manera intermitente, conforme al vaivén en la agenda comprada de las monopólicas Redes Informativas que imperan en este país. ¿Acaso no es contraproducente abandonar este tema exclusivamente a los intereses privados de los grandes medios de comunicación, a la corrupción del gobierno y sus entidades?, ¿no es inminente que las problemáticas aquí planteadas continuarán agravándose, de no haber una participación activa y directa de los perjudicados?, ¿un tema tan definitivo en el destino social de tantos como la educación, no merecerá desarrollarse como un debate de iniciativa ciudadana?.
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1. Carta Abierta. Víctor Albarracín. http://esferapublica.org/nfblog/?p=67927
2. Mordiéndonos la Cola. Interferencia. http://vimeo.com/28533721
3. Elite: la universidad de Álvaro Uribe y Darío Montoya. Gustavo Rugeles. http://www.las2orillas.co/elite-la-universidad-de-alvaro-uribe-y-dario-montoya/
4. Comentario final de Víctor Albarracín. http://esferapublica.org/nfblog/?p=67927#comment-37004