Las campañas políticas, primero para Congreso y ahora la presidencial, no se han destacado por propuestas audaces, innovadoras y creativas, pertinentes para enfrentar los retos de este siglo XXI que ya va a completar sus primeras dos décadas. Los desafíos son enormes y no dan espera. De ahí que sorprenda la originalidad del candidato puntero para enfrentar uno de los retos mayores, el flagelo del narcotráfico: retomar, rápidamente, las fumigaciones.
Sea la tasa exponencial de los cambios tecnológicos, o el cambio climático evidente o ámbitos que pudieran llamarse “antiguos”, como el del narcotráfico que nos asedia brutalmente en la fuente, es decir, vía la producción local de cocaína con todas sus connotaciones económicas, culturales y políticas, parecería que los candidatos están a espaldas a lo que pasa en la realidad y en el mundo.
A dos meses de la primera vuelta, a la fecha, va triunfando el partido de la polarización. Según las encuestas tempranas, quienes deseamos un centro fuerte, respetuoso, promotor de confianza ciudadana, deberíamos perder la ilusión de las alianzas tipo Fajardo – De la Calle, porque la suma de preferencias no le hace mella a ninguno de los extremos. Ganan, parece, los polos, que se fortalecen recíprocamente, anclados en los prejuicios y los clichés que generan el miedo al otro. Había que emberracar a la gente, decía el gerente promotor del No, fórmula, al parecer, infalible. Emberracando a las huestes propias se van olvidando de los asuntos clave.
Medírsele a los retos contemporáneos no tiene que ver nada con las militancias de derecha o izquierda, o de centro. Por lados diferentes del espectro ideológico invierten los gringos o los chinos en ciencia y tecnología, que saben que el desarrollo experimental y la investigación aplicada está en la base de la productividad actual y futura y, por ende, de la prosperidad de sus sociedades.
Medírsele a los retos contemporáneos no tiene que ver nada
con las militancias de derecha o izquierda, o de centro
Aunque hay excepciones meritorias (Gabriel Betancur, conservador, padre de Ingrid, se inventó el Icetex en los cuarenta, años antes de convertirse en realidad), a pocos les importa acá el cuento de ciencia y tecnología, excepto sea el de buscar oportunidades de usurpar recursos de regalías o de tragarse unos puesticos y contratos en Colciencias. En el mejor de los casos, habrá un par de frasecitas de cliché en el recetario de promesas electorales (“En mi gobierno, la inversión en CyT será del 1 %”, por ejemplo, que ya lleva varios cuatrienos sin ser realidad, impunemente), sabiendo los candidatos que jamás habrá rendición de cuentas en un asunto que ni da ni quita votos. Es posible que el hecho de tratarse de un asunto de largo plazo, le reste importancia en la dinámica de las campañas. Lo que es claro es que poco o nada les interesa a los dos candidatos punteros.
A pocos les importa acá el cuento de ciencia y tecnología,
excepto sea el de buscar oportunidades de usurpar recursos de regalías
Otro campo tiene que ver con el desamparo de los jóvenes en el mercado laboral. Víctimas de una tasa de desempleo que casi duplica la de la sociedad en su conjunto, está en juego la validez de lo que aprenden, cómo aprenden, espejo, entre otras cosas, de los cambios en los modelos de los negocios. Familias que gastan enormes cantidades de dinero en la educación superior de sus hijos, engañadas, creyendo que varias capas de títulos universitarios que acreditan formación poco útil socialmente, celebran la graduación de hijos que no saben redactar ni pensar autónomamente. Hay hoy un imperativo, aprender para toda una vida (asunto que hay que aprender, desde luego), una de las claves del siglo XXI, que requiere de políticas públicas que ayuden a cambiar el chip. Silencio de los candidatos.
Sin embargo, podría decirse que las áreas mencionadas son ajenas a nuestros políticos porque, en un modelo de desarrollo como el vigente no se necesita de innovación ni creatividad. Cómo para quė…
No obstante, qué mas propio, qué mejor terreno que acredite nuestra experiencia que el de la política antidrogas. Verdaderos doctores en la lucha contra el narcotráfico en toda la cadena, contra la siembra, en la interdicción, el transporte y la comercialización de exportación de cocaína, contra el lavado de activos, hace rato ya muchos han comprendido que debe haber cambios de fondo en la política y así lo han expresado públicamente desde hace años.
Por eso, dando espacios para escuchar a los candidatos que pican en punta, mejor dicho, al joven candidato que encabeza la pelea por la presidencia, poco anima cuando afirma que uno de los pilares para la derrota el narcotráfico será la retoma, rápidamente, de las fumigaciones.
Ignoro si habrá leído la formulación inicial del Plan Colombia y si recuerda que el narcotráfico se acabaría en un año, según el ministro del Interior en el 2003: “Ahora estamos haciendo la fumigación como es… se van a acabar los cultivos de coca…, tenga la seguridad…” (12.01.2003, El Tiempo). O si leyó el prólogo de Cesar Gaviria al libro de Políticas antidroga en Colombia: éxitos, fracasos y extravíos, que plantea lo obvio: que la aplicación de las políticas no consiguió reducir la demanda en los EE. UU. (ni en el mundo, hay que añadir).
