Como mujer sentí una gran indignación al ver esta imagen de tu matrimonio. Básicamente podemos ver que, en mitad de la ceremonia, te arrodillaste a lavar los pies de su marido ante la mirada de sus padres, quienes lejos de incomodarse con lo sucedido, miran complacientes lo que sucede. Según la información que circula en redes sociales el acto se hizo para representar la humildad y la obediencia que debes ofrecer a tu esposo Camilo durante el matrimonio.
¿Como así que Evaluna Montaner le lavó los pies a Camilo como símbolo de humildad y obediencia en pleno matrimonio? ?
Eso del fanatismo religioso de verdad que nos retrasa demasiado. ? pic.twitter.com/sb6N1EUNWM
— Andrea Méndez B (@VAndreaMB) February 13, 2020
Bien conocido es que tu padre, Ricardo Montaner es un hombre bastante religioso. En más de una ocasión ha utilizado la música para alabar a Dios. No es de extrañar que este fervor se lo transmitiera al resto de tu familia. Y, francamente, esto no tiene nada de malo; cada quien es libre de creer y profesar lo que quiera. Sin embargo, cuando esa fe va contra derechos fundamentales del ser humano, derechos que hoy día han sido reconocidos después de incontables luchas a lo largo de la historia, ahí sí debe haber preocupación. No es posible que en pleno Siglo XVI el matrimonio sea entendido como un acto de sumisión de la mujer hacia el hombre. Y por lo visto, en tu caso, esto es lo que sucede.
Tienes que saber que el matrimonio es un contrato entre hombre y mujer donde ambas partes asumen deberes y derechos ante la otra. Un matrimonio es la construcción de un proyecto conjunto de vida en donde dos personas se unen para ayudarse mutuamente a crecer mientras transitan por este mundo. Por el contrario, si se trata de un acto de entrega absoluta a la otra persona, no servirá. Es decir, aunque dure toda la vida, no será una unión bajo el verdadero sentido del matrimonio; tu marido debe ser tu cómplice, tu aliado y tu mejor amigo. Nunca tu dueño.
Este mensaje es algo que debemos difundir cada vez que sea posible porque hay muchas mujeres que todavía entienden el matrimonio como el momento en que dejan de pertenecerle a su padre para pasar a pertenecerle al marido. Y esto ocurre no solo en países musulmanes donde la mujer es tratada casi que como un objeto y obligada a usar velo. Es algo que ocurre en sociedades que, pese a posar de modernas, siguen siendo tremendamente patriarcales. No hay mujer latinoamericana que pueda decir que no ha sentido en carne propia el peso de su género. La que lo haga, miente.
Con la arrodillada a lavarle los pies a tu marido el día de tu matrimonio echaste por tierra siglos enteros de lucha que hemos tenido las mujeres para llegar a dónde estamos. Para que tú pudieras votar hubo muchas mujeres que debieron pelear por ese derecho. Aunque en cada país la historia fue diferente, la causa fue la misma. Tienes que saber que hasta detalles tan banales como que puedas ponerte un pantalón o ir a una universidad para estudiar una carrera son resultado de una batalla histórica que todavía no acaba y que nos corresponde a nosotras las mujeres encabezar. Si, por el contrario, somos nosotras mismas las que nos vamos en contra de esa causa, entonces no habrá quien nos salve.
Por último, Evaluna, quiero decirte que no te culpo por nada. Dudo que hubieses tenido conciencia de lo que el acto en mitad de la ceremonia de tu matrimonio significó. Sin embargo, que este error sea una oportunidad para aprender de él. Te deseo un excelente matrimonio al lado de un hombre increíblemente talentoso como lo es Camilo Echeverry, y quiero invitarte a que, desde la visibilidad que te da tu posición, nos acompañes en la lucha feminista por tus derechos, los míos y los de todas.