Hace muchos años, en calidad de seminarista y candidato al sacerdocio, y después como laico comprometido en una de las comunas de Medellín, conocí al actual arzobispo de Cali monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía. En aquel entonces él oficiaba como obispo auxiliar de Medellín. Así que mis palabras son un testimonio de lo que presencié.
Monseñor, a imitación del Divino Maestro, es un buen pastor que cuida a sus ovejas y las defiende y no les teme a los lobos que acechan en la oscuridad. Un seguidor de Jesús ante todo es un varón valiente que ha echado lejos todos los miedos gracias al amor de los amores que es el Señor. Por eso el buen pastor de su grey defiende a los pobres y oprimidos. Eso precisamente fue lo que nos enseñó Jesús con su ejemplo de vida.
Monseñor Darío Monsalve es un hombre radical cuando se trata de defender los principios del evangelio de Cristo: anunciar la esperanza, alumbrar con la luz de la paz que viene de adentro, amar a los enemigos como se ama a los amigos y a los hermanos. La tolerancia y la mansedumbre son la esencia de la buena nueva. Sí, mientras exista Dios, es decir, eternamente por siempre, el mandato del amor será una noticia nueva y buena.
Lo que más recuerdo de mis tiempos de trabajo pastoral (exactamente en la parroquia de El Santo Sepulcro en el barrio Manrique de Medellín) es la sonrisa amable, contagiosa y dulce de monseñor. De hecho la feligresía lo amaba. Supongo por las recientes noticias que en Cali la gente siente por él ese mismo afecto ferviente.
El santo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero (asesinado en 1980 por la ultraderecha, y canonizado por el papa Francisco hace dos años) fue también un defensor de su pueblo en tiempos de injusticia, barbarie y opresión. La defensa de la dignidad humana y de sus derechos inalienables fue el sello de su celo pastoral. Un hombre de Dios lleva su amor por la humanidad hasta las últimas consecuencias.
Hoy, cuando me encuentro un poco distanciado de la Iglesia católica por asuntos no de fondo sino de forma, invito a la jerarquía eclesiástica y a los creyentes y no creyentes a rodear al arzobispo de Cali. Él es un ejemplo para todos los colombianos, y, a la vez, un ejemplo para sus cohermanos del clero por su celo apostólico. Ojalá muy pronto se exprese desde Roma el papa Francisco quien ha sido un defensor de la paz y la reconciliación en Colombia.
Por favor, no lo maten. Por favor, no permitan que le hagan daño a un profeta de la paz en tiempos de odio generalizado. Que Dios bendiga y proteja al monseñor de la luminosa sonrisa, al buen pastor de sus ovejas.