Convengamos en algo, los años electorales son, de lejos, la época preferida para muchos que ven una oportunidad y se convierten por un tiempo en todo un empresario.
Las elecciones dinamizan la economía, explicado en parte por el despliegue publicitario que requiere. Sin embargo, existe una economía sumergida que todos la conocen y algunos la practican.
Nos referimos a la compra de votos, una práctica tipificada como un delito electoral que es al menos un chiste, pues es un delito que se consuma con recursos provenientes de actividades delictivas. Sin embargo, lo que hoy nos ocupa son algunas de sus causas y consecuencias en una sociedad.
El compromiso hoy es darle sustento a la idea de que la compra de votos encarece la interacción entre el electorado y el candidato, limitando el acceso al poder y articulando toda una cadena delictiva. Antes de eso, podríamos detenernos en revisar sus causas, en el entendido de que la tesis acá propuesta es una de las consecuencias.
Existe históricamente una relación clientelar entre la clase política tradicional del centro del país y unas casas políticas regionales que son las encargadas de mantener el estatus quo. Lo anterior, significa una fuerte correlación entre el poder político y económico en las regiones.
Lo anterior, es una de las causas de la compra de votos, una práctica nefasta que aprovecha el hambre, el miedo, la ignorancia e ineptitud de los potenciales electores. Y claro, mientras vivamos un abstencionismo alto, quienes recurran a esto accederán al poder con una “inversión” relativamente baja.
En síntesis, tenemos por un lado un poder político centralizado e inalcanzable para ciertos sectores de la sociedad; y por el otro, una ciudadanía pobre y con un bajo nivel académico que resulta obediente con el voto cuando lo vende. Esto ultimo resulta curioso.
En teoría una campaña electoral es sencilla, convences a quien tiene el derecho al voto y te haces elegir. A cambio, debes desarrollar un plan para gestionar los problemas que identificaste y te dio la primera opción. No obstante, esta práctica se encuentra limitada ¿Cómo convences con ideas y principios a una sociedad con hambre?
Lo anterior, es un circulo vicioso, elegimos a quienes compran votos, estos tienen intereses particulares y por lo tanto no superaremos problemas como la pobreza. Con esto no quiero decir que la única forma de acceder al poder es comprando votos, considero que una porción de ciudadanía sustantiva dispuesta a realizar un quiebre puede ser el portador del gen que contagie a toda la comunidad.