Luego de largas jornadas de camino por los Montes de María, el pasado 1 de noviembre, los legionarios del afecto de esta región, se vincularon a la población de Montecristo, en la vereda El Márquez, aledaña al municipio de María la Baja. Todos con un objetivo común, adentrarse en la comunidad para dejar el legado que lleva la Legión del Afecto por los rincones de Colombia: la paz.
Todos los habitantes de este caserío participaron con los legionarios en la preparación del encuentro. Fueron días tras días recorriendo los territorios, cortando largas varas y leños gruesos para armar una especie de tarima y unas vigas para extender sobre ella una larga polisombra, que permitiera improvisar el más noble y acogedor de los escenarios para dar lugar a lo que fue el Encuentro de la Sabiduría Ancestral por el amor al territorio y la construcción de la paz cotidiana.
Foto: Legión del afecto
No fue fácil para los legionarios convencer a una comunidad celosa y reprimida, que ha sido golpeada por la violencia de grupos armados. Sin embargo, bastó una actitud humilde y fraternal para ganar la confianza de la gente, quienes adoptaron como sus hijos a cada uno de los legionarios de estos Montes de María.
Mientras muchos gozaban del día de las brujitas, paseándose y recolectando dulces con sus esplendorosos disfraces, la Legión del Afecto preparaba los últimos retoques para hacer la mejor exposición de su legado en la vereda Montecristo. Grandes telones se disponían para plasmar el arte de la pintura en aerosol, con varios los mensajes de paz, perdón y reconciliación que se dibujaban para adornar el gran evento que ya se veía más cerca, quedando plasmado el talento de cada uno de los legionarios. Sus vivencias no les han dejado más opciones que explotar sus habilidades y buscar la felicidad a como dé lugar, y qué mejor forma para encontrarla que haciendo el bien por el prójimo.
Foto: Legión del Afecto
Llegado el día del evento, los legionarios de la región de Ovejas (Sucre) apoyaron en toda la logística a los muchachos de María La Baja, recibiendo a las demás comunidades en una hermosa calle de honor hecha de arcos de palma, ambientada por la música de tambores y gaitas. Fue el más caluroso y entrañable ritual de recibimiento; sin duda alguna el encuentro arrancó con pie derecho.
Foto: Legión del Afecto
Los temas centrales de este acontecimiento fueron las costumbres ancestrales, el arraigo y las riquezas culturales. Los mejores expositores de la experiencia campesina y líderes de sus comunidades, relataban cómo han cambiado la agricultura y algunos aspectos culturales. Su actitud no era apática, por el contrario, parece que estuvieran dispuestos a aceptar esa evolución que trae consigo la tecnología, pero otros criticaron el uso de químicos y demás sustancias para los cultivos, las cuales a su parecer, alteran el fruto o producto de las cosechas.
La gente se notaba feliz, por un momento olvidaron que fueron maltratados por la violencia, porque la paz y la tranquilidad estaban reinando en ese momento; tanto así que don Francisco Acevedo cantó varias composiciones inéditas, esas que recuerdan los cánticos de Alejo Duran, mientras que con aplausos de todas las comunidades invitadas, se cerraba la primera fase de los conversatorios programados.
Diversas muestras culturales de las distintas comunidades se exponían también: bailes de cumbia, bullerengue, mapalé y champeta. Unos chicos nativos de María La Baja cantaron una muestra de género urbano y otros hicieron un conmovedor dramatizado sobre las escenas dolorosas que le dejaron los grupos armados a esas poblaciones.
Foto: Legión del Afecto
Todos los espectadores estábamos muy atentos sin importar lo caluroso del día, y nos hicieron llegar un delicioso refrigerio para engañar la fatiga, aunque por la emoción del encuentro, pasara desapercibida.
En la voz y contundencia de dos representantes de la comunidad indígena Zenú de Palo Alto, en María La Baja, se notaba la lucha que han sostenido para mantener vivo y reconocido su cabildo, y lo demostraron trayendo una rica muestra de uno de sus platos típicos, el mote de queso, así mismo la particular vajilla donde se sirve: la totuma. Mientras continuaba reinando la paz, en medio del acto cultural, la gente se paraba y bailaba, hasta que se dio el espacio al gran banquete, o como lo llaman los legionarios, El Ágape. Disfrutamos de un delicioso sancocho que fue traído a nuestros puestos, porque los legionarios a todo momento nos recordaban que seríamos atendidos por ellos y así fue.
Todo finalizó con una muestra urbana de break dance, jóvenes legionarios de Palo Alto, Sincelejo, María La Baja y Cartagena se daban espacio para mostrar sus acrobacias al ritmo del hip-hop, mientras nosotros los rodeábamos gritando y aplaudiendo, reconociendo nuevamente el talento de estos muchachos.
En el ritual de cierre, salieron de la nada esos magníficos actores pregonando que ¡quien cultiva hace paz!, ¡quien baila construye paz!, ¡quien canta genera paz! Y quien da un abrazo al que tiene al lado está dispuesto a aceptar la paz como una realidad que se avecina y que no tiene marcha atrás.
Foto: Legión del Afecto
Por último, el adiós sí fue conmovedor, los legionarios despedían a sus colegas, la comunidad ayudaba a recoger los residuos y las sillas, todos salían por la misma calle de honor por la que entraron y juiciosamente subieron a los buses dirigiéndose a sus poblaciones natales. Sin duda alguna llevando el mismo legado de paz que siempre reinó, reconociéndose a sí mismos como agentes constructores de paz desde sus familias, comunidades y de la sociedad en general.
Es increíble como una colectividad que queda en plena vía San Onofre – Cruz del Viso, haya sido olvidada, dejándola sin esperanzas, donde muchos subsisten vendiendo a quienes transitan esta vía los frutos de la tierra que los resguarda, sin quejarse, eso sí, porque son felices con lo poco que tienen, siendo ricos en poseer la naturaleza a su alrededor.
Hoy quiero enaltecer la labor de la Legión del Afecto, de aquellos tildados de payasos, de locos, de lanzadores de fuego y acróbatas deambulantes, quienes tan solo son personajes que figuran en una sociedad que pareciera no ser pensada para ellos. Quiero agradecer a Germán Torres por llevarme a iniciativas mágicas donde se puede soñar, a Yuliet más conocida como la madrina porque es una mujer de corazón grande y noble para atender y entender a todas la personas; a Yuranis Arrieta, pequeña de estatura pero grande en creatividad para ayudar en la guía de los muchachos; no puedo olvidar a la señora Mayo, a Cheo, al Mello, a Jordan… a todo ese equipo que Germán les hablaba con palabras de ánimo, esperanzas y fuerza para trabajar por sus comunidades y que me enseñaron a gritar muy fuerte LEGIONARIO, LEGIONARIO, LEGIONARIO. WUJUJWUWU..
