En la actualidad, las posibilidades son remotas para que una persona ciega vaya a un concierto. Es difícil escribir estas líneas para alguien que tenía grandes expectativas de poder ir a uno de los conciertos más esperados, el de Roger Waters, recordado por ser uno de los pilares del desarrollo de Pink Floyd en los años 70, una época en la que el rock progresivo era el estandarte a seguir dentro de ese maravilloso género que apasiona a miles de personas a nivel mundial.
El caso, nunca imaginé ver mis posibilidades truncadas por dos cosas fundamentales en la vida: trabajo y dinero.
¿Inclusión laboral?
Sí, dentro del papelito blanco, seguramente, pero no se refleja en la práctica.
Veamos…
Rutas de empleo: papel impreso en un dispositivo láser en el que se lee que se debe dar la posibilidad a empresas de que abran las puertas a las personas con discapacidad para que sean útiles a una sociedad. En el documento se plantean unas líneas de trabajo que siguen estándares de contactos empresariales, tipos de contratación, fijación de salarios y demás
Ahora vayamos a la práctica. Te llaman al celular a las 9:00 a.m. y la conversación va así:
—Buenos días, ¿encuentro a Fulanito de Tal?
—Sí, con él habla.
—Fulanito, es que lo llamamos porque le tenemos una gran oferta laboral.
—Sí, cuénteme de qué se trata, señor/a.
—Le ofrecemos X trabajo y necesitamos que lleve su hoja de vida el día Y a las 8:00 a.m. en el punto Z de la ciudad en donde usted vive actualmente. Su hoja de vida es muy interesante y queremos brindarle la oportunidad para que obtenga un trabajo, según su perfil, de acuerdo con lo que usted tiene en su hoja de vida que está en nuestra base de datos, en la página W, en la que está abierta la bacante según a la oferta laboral a la cual usted aplicó.
Fulanito es una persona con discapacidad visual. Se levanta temprano, se arregla, lleva su hoja de vida (su perfil cumple con todos los requisitos de experiencia y demás que pide la organización) y llega puntual a la cita en donde le indicaron. Sin embargo, cuando se presenta a la feria de empleo se encuentra con una sorpresa: ¡Estimado usuario, queremos informarle que ninguna empresa está interesada en contratarlo a usted. El señor frustrado, dubitativo, baja la cabeza, firma una lista de asistencia y se va molesto, amargado, llorando por la calle porque perdió su viaje.
Este ejemplo es una muestra de los graves problemas que hoy aquejan a la población en condición de discapacidad en el país. De hecho, la revista Dinero tiene un artículo en el que se señala que para los empresarios la discapacidad no es atractiva. Incluso, María Clara Gracia, columnista y presentadora, da más alarmas al respecto. ¿Preocupante, no?
Y lo peor de todo es que en lo corrido de este año la situación no mejora. Mucho decreto, papel aquí y allá, tarritos de tinta por arriba y por abajo, pero de aquello, nada.
Si uno no tiene trabajo, por ende no tiene una gran capacidad adquisitiva, ¿cómo carajos puede ir al concierto de un artista de cualquier género? A lo mucho, aquí en Bogotá uno puede aspirar a ir a Rock al Parque (un festival genial) o a las irrisorias funciones de Cine para Todos.
Si los conciertos realmente fueran para toda clase de públicos, los organizadores bajarían el precio de la boletería para que fuera asequible a los espectadores. Además, y para colmo de males, el gobierno nos quiere acabar imponiéndonos un aumento en el IVA, con el que seguramente ¡terminaremos por censurar conciertos y otra clase de eventos de entretenimiento para el país! Parece que para quienes nos rigen hoy en día (incluyendo esos representantes que abogan y luchan por la discapacidad), entretenerse, más si tienes una condición diferente, es un delito.