¿Quién lo iba a creer? Peñalosa haciendo populismo barato después de que su imagen se viera afectada por su despotismo contra una vendedora ambulante, persona humilde y trabajadora. Sus asesores, en una acción ruin y canalla, buscaron afanosamente a la vendedora por toda Bogotá, a quien en días anteriores la habían desalojado a patadas de su lugar de trabajo.
Encontraron a la señora y le ofrecieron un puesto de trabajo en un lugar de Bogotá con la única condición de que se disculpara con Peñalosa y se tomara una foto con él para luego mostrar ante sus seguidores y los desprevenidos que ven la prensa, su lado “más humano”.
Ver: La vendedora de tintos que enfrentó a Peñalosa fue recibida en el Palacio de Liévano
Si bien es cierto que la reconciliación siempre será un buen gesto, lo de Peñalosa no se acerca en lo más mínimo a un gesto de buena fe. Todo fue arreglado y amañado utilizando a la prensa para un acto claramente político y populista.
A Peñalosa se le nota preocupado más por su imagen que por gobernar Bogotá. Vemos por estos días a un gobernante de pantalla, sin ningún resultado concreto de Gobierno y haciendo promesas nuevas todos los días como cualquier político marrullero. Peñalosa se cree el Patrón de una finca y ve a los ciudadanos como peones que tienen que obedecer. En un mes de mandato han sido más las polémicas que ha generado, que los resultados propios de un alcalde que se había propuesto recuperar Bogotá.
Parece que Peñalosa tiene un problema con las mujeres ya que no es la primera vez que le toca pedir disculpas a una de ellas. En campaña maltrató verbalmente a la candidata Clara López y luego, por recomendación de sus asesores, le pidió disculpas y bajó el tonito contra la candidata.
La prensa, jugando a la doble moral, le abre las puertas a uno de los gestos más populistas que se hayan visto en Bogotá; con ese acto le hacen creer al ciudadano desprevenido que Peñalosa adora a los vendedores ambulantes y que toda la problemática con ellos, está solucionada. Eso es muy ruin señores.
Revista Semana, reconocido medio arrodillado de Juan Manuel Santos, parece el más interesado en mantener la buena imagen de Peñalosa a como dé lugar. No hay ninguna crítica al mandatario desde la revista por la decisión de pavimentar la Reserva Ecológica Van der Hammen.
Ni una sola crítica le hemos visto a Semana por el desalojo de los vendedores ambulantes, sin ofrecerles antes una oportunidad verdadera de trabajo como lo exige la Corte en su sentencia T-231/14 donde, aunque se reconoce el espacio público como un bien general, también se reconoce la condición de vulnerabilidad de los vendedores ambulantes y el derecho fundamental al mínimo vital.
Peñalosa intenta ocultar su semblante de hombre gris montando en bicicleta y caminando por la Séptima; es un claro intento populista de mostrarse como lo que no es. Pero ante cualquier intento de crítica sobre él, desprende todo su desprecio por “el pobre mal vestido” y nos muestra toda su arrogancia de hombre grande, mono, ojos azules, de raza superior.
Luego salen sus asesores para tratar de echar pintura de colores al hombre gris y mostrarlo ante la prensa como un producto de belleza digno de vender y de aceptar. ¡Entren, miren! ¡Qué gran ser humano! ¡Todo un estadista! ¡Un ejemplo de paz y reconciliación!
El populista e improvisador Peñalosa gobierna con retrovisor: todo lo malo es culpa de los demás y todo lo bueno es obra de él. Sería bueno recordarle a Peñalosa y a sus seguidores que Petro ya no gobierna, y que el retrovisor tiene un límite.