Si alguien no ve al ser humano como un laberinto por el que vagan todas las contradicciones es porque no conoce a Jhon Jairo Velásquez, alias 'Popeye'. Sicario del señor de la droga Pablo Escobar, se confiesa espiritual pese a admitir que no tiene alma; autor de más de 250 asesinatos, pasea por los escenarios de sus crímenes para acoger con una sonrisa el cariño de los medellinenses mientras afirma, sin asomo de ironía, que no entiende por qué lo agreden por la calle. Bienvenidos al laberinto.
En los años 80, la ciudad colombiana de Medellín estaba considerada como una de las más peligrosas del mundo. Fue aquí donde actuó el capo Pablo Escobar al mando del cartel de Medellín, el cual ganaba millones de dólares traficando con cocaína con un líder que mataba a cuantos se ponían en su camino. Aunque su banda asesinó a miles de personas, Escobar sigue siendo una figura popular entre la población más pobre del país. En algunas zonas de la ciudad, se le conoce incluso como 'el Robin Hood colombiano'.
En esta ciudad también vive el que fue uno de los amigos más cercanos de Escobar, Jhon Jairo Velásquez Vásquez, un asesino profesional retirado apodado 'Popeye' que confiesa haber matado personalmente a 250 personas y haber organizado otros 2.500 asesinatos. Hasta allí se ha trasladado un equipo de RT para conversar con el exsicario, quien cumplió una condena de 23 años de prisión.
En la actualidad, 'Popeye' no es un marginado en la ciudad donde cometió la mayoría de sus crímenes. Muy al contrario, se ha convertido en una figura muy popular oir su labor como bloguero y activista político. "Me duele el país, pero el 99% de la clase política colombiana son unas ratas. Con la clase política que hay, ser un bandido es un honor", explica a RT Velásquez Vásquez.
"El alma muere"
"La guerra fue brutal. Ninguna organización criminal en el mundo se ha enfrentado a un Estado y ha matado a 540 policias y herido a 800", cuenta 'Popeye'. "Medellín es una ciudad hermosa, pero está construida sobre un cementerio", añade.
Velásquez Vásquez es conciso a la hora de hablar de sus antiguos cometidos: "cuando eres un asesino, el alma muere". "Si a mí Pablo Escobar me hubiera dicho que matara a mi padre y mi padre hubiera cometido un error gravísimo en contra de la organización o en contra mía, lo mato", confiesa el sicario, quien también muestra ante la cámara la forma en la que solía torturar y matar.
Según él, "es muy normal" matar en Colombia "porque es un país en guerra". "Han matado a mis amigos y yo he matado a los amigos de muchas personas. Es normal, se llama cultura de la violencia", explica.
¿Hay posibilidad de perdón?
A mediados de los 80, el imperio de la cocaína de Pablo Escobar se enfrentó a un gran problema: el Gobierno colombiano firmó un acuerdo con EE.UU. que permitía la extradición de los señores de la droga al país norteamericano. Los narcotraficantes respondieron a esta amenaza con una ola de violencia: "empezamos a matar ministros, periodistas, magistrados, jueces y a secuestrar políticos para obligarlos a cambiar la Constitución", recuerda 'Popeye'.
En el documental de RT, el sicario pide perdón a algunas de las víctimas y a sus familiares. Algunos de ellos aceptan sus palabras, pero otros dudan de la sinceridad de su arrepentimiento.